Pablo, el apóstol de Cristo

sábado, 14 de julio de
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“Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos y actuando como un hombre cualquiera”

― Pablo de Tarso

Inmagínate caminando por Roma, 50 (quizás más) años d. C. numerosos soldados romanos encarcelando a cristianos, familias huyendo o encerrándose en lugares aislados para poder vivir y hablar sobre su fe… Un escenario muy crudo en la ciudad donde se forjó el imperio más poderoso de la historia. Un hombre encarcelado en una sombría prisión del Emperador Nerón, recibe la visita de Lucas, su amigo y médico, quien arriesga su vida para entrar en esta caótica e imponente ciudad.

 Seguramente esta historia te sonará, pues estamos hablando de Lucas, autor de los Hechos de los Apóstoles y su visita a Pablo de Tarso, apóstol prisionero de los romanos. Esta historia tiene varias versiones pues conocemos de ella a través del libro de los Hechos de los Apóstoles y de las cartas que San Pablo escribió, pero además se han publicado numerosos estudios respecto a cómo se desarrollaron estos encuentros. Pero no vamos a hablar de ello en esta nota, pues lo que quiero compartir es el enfoque de la recientemente estrenada película “Pablo, el apóstol de Cristo”.

 

Entonces ya sabemos que la película tiene dos protagonistas: El apóstol Pablo, interpretado por James Faulkner; y Lucas, por Jim Caviezel (Conocido por su papel como Jesús en la “Pasión de Cristo”). Se trata de un drama que narra la emocionante y dura historia del hombre que persiguió a la iglesia primitiva y luego se convirtió en su más grande defensor. En otras palabras, es una película que nos lleva a conocer de cerca la transformación que vivió Pablo y todo lo que atravesó durante sus últimos años de vida. 

En el film podemos ver y casi sentir la lucha interna de Pablo con su pasado, su fragilidad y su fortaleza, su relación con el que fué y con el que es. Cuando Lucas comienza a escribir otro libro, sobre los comienzos de “El Camino” y el nacimiento de lo que hoy conocemos como iglesia, Pablo se enfrenta a él mismo desde la frialdad de una selda en la que pasa la mayor parte del tiempo solo y a oscuras.

Pablo ha sobrevivió a lo inimaginable: flagelaciones, naufragios, hambre, lapidación, sed y frío, pero mientras espera su cita con la muerte, es perseguido por las sombras de sus acciones del pasado. Muchos nombres y momentos aquejan su mente: La lapidación de Esteban y el asesionato de otros creyentes ¿Es este el fin de su misión?

 

 

Paralela a esta reflexión particular, Pablo y Lucas se efrentan a un Emperador obsesionado y la debilidad del espíritu humano para vivir el Evangelio de Jesucristo y difundir su mensaje al mundo: El padecimiento del pueblo cristiano, continuamente reprendido por los soldados romanos, debilita su fe de las personas pues no encuentran la salida a esa situación más que la de huir. Pero la Palabra de Pablo a través de Lucas será el pilar para los creyentes.

La transformación de un hombre que perseguía a los creyentes, un hombre que, como Cristo, se despojó de su condición anterior para convertirse en en un humilde predicador del amor, nos lleva a pensar que no hay cambio sin dolor, ni recompensa más grande que una nueva forma de ver y vivir. Ayer y hoy la fe es perseguida y aquejada continuamente  ¿Somos como el primer Pablo o nos hemos transformado?

Te invito a que mires el TRAILER y reflexiones con nosotros:

 

No te quedes con las ganas de ver la peli, sin dudas te acercarás un poco más a la naturaleza humana de San Pablo, o al menos a una idea de lo que vivió y transitó. Click aquí para verla. 

 

Ana Belén Jara