Evangelio según San Lucas 4, 14-22

jueves, 30 de agosto de

Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. 

 

Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Todos estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca.

 

 

Palabra del Señor

 

 

 

 

 

 


Padre Héctor Lordi sacerdote de la Orden de San Benito del Monasterio de Los Toldos

 

 

 

 

Jesús regresa a su pueblo de Nazaret y fue a la sinagoga. La sinagoga era el lugar de oración de los judíos, algo parecido a nuestras capillas de los barrios. Se reunían los sábados, rezaban juntos algunos salmos y luego de leía algunos de los profetas, en este caso leyeron al profeta Isaías. Luego alguno de los presentes podía dar unas palabras de vida que sería como nuestro sermón. Es lo que Jesús aprovechó para hacer, podemos decir, su primera homilía.

Jesús, como buen judío, acudía cada sábado a la sinagoga. Ese día le encargaron que leyera la página del profeta Isaías. Lo hizo de pie; al terminar de leer, cerró el libro y se lo devolvió al ayudante. Y a continuación dijo la homilía, cosa que se permitía hacer a los laicos sólo si habían cumplido los treinta años.

 

El pasaje de Isaías que leyó Jesús es muy importante. Habla del Mesías, que estará lleno del Espíritu de Dios, y será enviado a cumplir su misión para con los pobres, a dar libertad a los oprimidos y anunciar el año de gracia del Señor. Hasta ahí todo bien, era algo conocido sobre el Mesías. Lo que fue impactante es cuando Jesús dijo que eso se cumplía HOY en su persona. Jesús daba cumplimiento al texto del profeta Isaías que hablaba del Mesías. Así que Jesús se presenta abiertamente como el Mesías esperado. Y eso fue muy impactante arrancando la admiración de los presentes en la sinagoga.

 

La frase de Jesús es la mejor definición de lo que es la homilía. El dijo: «hoy se cumple esta Escritura». La lectura del Evangelio, por ejemplo que hicimos recién, no es para enterarnos de lo que sucedió hace dos mil años. Leemos el Evangelio para captar lo que Dios nos está queriendo decir hoy a nosotros. Si no sería el evangelio como algo anacrónico, fuera de tiempo, sería como una pieza de museo. Lo importante es que cada vez que leemos el evangelio lo traigamos a nuestro Hoy y lo apliquemos a nuestra vida. La pregunta que tengo que hacerme sería: ¿qué me está diciendo Dios a través de este Evangelio que leímos? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida? La Palabra de Dios es viva y eficaz y siempre tiene algo que decirme. Pero esto pasará si estoy con el oído del corazón bien abierto. Sino no pasará nada. La lluvia si cae en el asfalto lo moja, pero si cae en el jardín de mi corazón hará florecer los rosales. Si el agua de lluvia cae en la calle solo la empapa, pero si esa lluvia cae en mi quintita interior, hará germinar la huerta, y todo se pondrá verde y hermoso. ¿Ven? Es la imagen de la Palabra de Dios. Si estoy con el corazón cerrado no me dirá nada, pero si me abro a la Palabra de Dios o al Evangelio, es seguro que cambiará mi vida.

Que escuchemos el Evangelio siempre con el oído del corazón bien abierto para que renueve nuestra vida. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

 

Oleada Joven