En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: “Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis.” Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijeron que estaba endemoniado; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Miren qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»
Palabra del Señor
P. Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca
En este día miércoles compartimos del evangelio de san Lucas, el capítulo 7, versículos del 31 al 35. El Señor se pregunta con quién podrá comparar a la gente de esta generación, a quién se parecen. Por eso te invito a que juntos podamos encontrar algunas claves para nuestra oración:
En primer lugar, que la crítica no te gane. Fijate cómo el señor hace alusión a esos jóvenes que están sentados en la plaza y no se conforman con nada, que nada les viene bien, que se han vuelto criticones. ¿Has visto cómo a veces nos rodeamos de personas así? O porque son muy buenos o porque son muy malos, pero siempre encuentran un “pero”, siempre le buscan problemas a las soluciones. Seguramente se te venga algún nombre o rostro a la memoria, y decís qué lástima que no esta persona no está escuchando. Bueno, hay una realidad, a veces caemos en la tentación de querer meter a rosca el evangelio en la vida del otro y nos olvidamos que, en primer lugar, es para nosotros. Por eso, hoy pensá en vos. Tal vez esto no sea para otro, quizás sea para vos. Y, si es tu caso, te invito a que puedas empezar renunciar a esa negatividad, a ese espíritu de crítica, de enojo, del “nada es suficiente para mí”.
A veces hay como una inconformidad en nuestra vida, como si siempre nos faltara algo, como si viviéramos con deudas, ¿no? Hermano, te invito a que puedas plenificarte, llenarte de la gracia de Dios. Acordate que quien no aprende a ver lo bueno, se vuelve amargado y, a la larga o a la corta, se queda solo. Que este conformarse no sea quedarse con el “no me queda otra”, que sea un configurarse, un adaptarse a la gracia que te regala Jesús. Si lo dejás actuar al Señor en tu vida, no te va a faltar nada: tenés el perdón, tenés la plenitud, tenés alegría, tenés oportunidades. Así que hoy el evangelio nos invita a no poner la mirada en lo que falta, en lo negativo, en el error o en los problemas, sino a aprender que hay un Dios que siempre está atento a ayudarte en tu vida con su delicadeza.
En segundo lugar, Dios es creativo. Los publicanos, los pecadores, los sencillos supieron ver en Juan y en Jesús, signos de Dios para sus vidas y se hicieron bautizar; los fariseos, en cambio, por testarudos se negaron, frustrando así el proyecto de Dios en ellos. Sería bueno que te animes a descubrir que Dios es un artista, que Dios quiere hacer con vos una obra de arte y que para acercarse es respetuoso, pero muy creativo. Anímate a caminar con sabiduría. Dice el Señor al final del evangelio que la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos. Tenemos que vivir con sabiduría, dejar la necedad y parar con eso de tirarnos tierra encima. Empezá a cambiar tu mirada por la mirada de Jesús, desprendete de esa cabeza dura y reconocé el paso de Dios. Aprendé a sonreír con esa alegría que te viene a traer el Dios de las sorpresas y transmitilo a los demás. Acordate que las palabras convencen, pero el testimonio arrastra.
Todo nos invita a cambiar la mirada. ¿Vos de qué lado estás, del que siempre tiene algo que criticar o del que trata, en todas las situaciones, de buscar y agradecer el signo o presencia de Jesús.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.