Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.» Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
Palabra de Dios
P. Matías Burgui, sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca
El evangelio de este día miércoles, Lucas 24,13-35, nos refresca el llamado y la misión que Jesús encomienda a sus discípulos. Por eso te invito a que meditemos algunos puntos:
En primer lugar: Dios no elige a los capacitados, capacita a los elegidos.
Fijate, detenete un poco y ponete a pensar que el Señor invita y propone un camino a sus discípulos no porque son santos, porque son los mejores o los más preparados, nada de eso. Él encontró en ellos una disposición al seguimiento y los llama porque quiere. Es muy importante descubrir esto y poder llevarlo a nuestro día a día porque ni a vos ni a mí Jesús nos va a llamar porque somos buenitos, sino que, porque nos llama, nos capacita. Esto significa que nos da la fuerza para cumplir su misión. Cuántas veces nos parece imposible seguirlo al Señor, cuántas veces pensamos que nos la tenemos que arreglar solos. Pero nada más alejado de la realidad. Dios no te busca porque seas desde ahora santo o porque seas bueno o porque sobresalgas en algo, sino que lo hace te ama y espera encontrar una respuesta. Dios te llama para que empieces un camino, no porque ya estés en la meta. Por eso el centro del llamado y la iniciativa la tiene siempre Jesús, vos enamorate del camino de seguimiento. Dice la Palabra que el Señor convocó a los doce y esto nos ayuda a pensar en cómo Dios nos sigue llamando también a nosotros y la misma experiencia que tuvieron sus primeros discípulos es la que tenemos que tener vos y yo. ¿Cómo estamos respondiendo?
En segundo lugar: Que tu fragilidad no te impida el ser instrumento.
Dice la Palabra que a los discípulos les dio el poder de expulsar demonios y de curar. El Señor les dio poder y autoridad. Vos por el bautismo también tenés esta autoridad, por la fuerza del Espíritu Santo. Entonces, sería bueno pensar cuál es el poder que Cristo te da hoy y cuál es la autoridad con la que estás actuando, ¿con la de Dios o con la tuya? El verdadero discípulo de Jesús es aquel que está atento al servicio, es aquel que quiere compartir lo que ha vivido con los demás, porque sabe que Dios da felicidad. El discípulo que anda con la autoridad del Señor sabe que es frágil, sabe que quizás vaya a tropezar, es consciente de que lleva un tesoro en vasija de barro, pero también tiene la certeza de saberse sostenido por Dios, de que la misión no es suya. Vos también estás llamado y tenés la autoridad para ayudar a que Dios libere y sane, acordate que sos instrumento. ¿Querés ser discípulo de Jesús? Bueno, pedile al Señor paciencia y perseverancia, tené capacidad de comprensión, prestá atención a los detalles, no pierdas la alegría y trabajá tu capacidad de escucha.
Por último: Proclamá siempre.
Jesús llama y Jesús envía. Los doce que fueron convocados, han sabido ver, han sabido escuchar la voz del Señor que los invitaba a la misión. Y son llamados a ser continuadores y colaboradores en la predicación del Reino de Dios. Ellos tienen que ir a hacer lo que han visto y también a anunciar lo que han oído del mismo Jesús. Tienen que hacerlo no confiando en su poder sino confiando en la Palabra de Jesús. Acordate que tu vida es un anuncio y que, con tu actuar, debés proclamar que esa esperanza existe y está.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.