Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»
Palabra de Dios
P. David Pintos
En el Evangelio de hoy vemos a Herodes desconcertado, nervioso ante la presencia de Jesús. Quiere saber quién es aquel de quien se dicen grandes cosas. Pero ¿Por qué el nerviosismo? ¿De verdad que quiere saber quién es Jesús para encontrarse con él? O simplemente nunca hubiera querido que Jesús se aparezca porque va en contra de sus intereses personales y egoísta, y es que si es que Jesús aparece queda al descubierto todas las desvirtuaciones y los vicios que no está dispuesto a dejar. Por eso no quiere la presencia de Jesús porque no está dispuesto a dejar la vida de pecado.
Muchas veces eso nos pasa también a nosotros. No nos conviene que Jesús se aparezca en nuestras vidas, porque su vida y propuesta incomoda y nosotros no queremos dejar la mala vida. Que tristeza ver que se apueste por el mal y se rechace a Jesús. Que pena ver que hoy en día no se elija a Jesús, y se elija los vicios, las malas juntas, el pecado.
Personalmente la presencia de Jesús ¿te incomoda? ¿Cuál es tu elección? ¿Todavía no sos capaz de hacer una opción verdadera por él?
Que Jesús no te incomode, anímate a abrazar su vida, anímate a vivir con él, no rechaces su presencia. Hizo todo lo posible por encontrarte, salvarte, darte vida plena, darte vida verdadera, darte vida en abundancia. No le tengas miedo a Jesús que te ama y vivi siempre feliz con él.