Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro dijo: «Sígueme.» El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.» También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.» Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»
Palabra de Dios
P. Matías Burgui, sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca
Con el evangelio de hoy culminamos este capítulo 9 de san Lucas, versículos del 57 al 62. La palabra nos habla del seguimiento, un tema fundamental para nuestra vida de fe. Cuenta este pasaje que algunas personas que se encuentra el Señor lo quieren seguir, pero surgen algunos inconvenientes. Por eso te invito a compartir un par de puntos que nos pueden ayudar para nuestra oración:
Por un lado, el corazón no se llena con cualquier cosa.
Alguien le dice a Jesús “te seguiré a donde vayas”. Yo creo que tiene que ser una de nuestras frases de cabecera, nuestro propósito de cada día: seguirlo al Señor. Quién de nosotros puede decir otra cosa, queremos seguirlo a Jesús. Pero el Señor responde siempre yendo más a lo profundo. Miren, dice Jesús, el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Es decir, seguir a Jesús no es una cosa romántica o una moda o algo del momento. Tiene que ser una decisión que se fundamente en el deseo más hondo de tu corazón. Es una respuesta seguirlo al Señor. Hoy comienza el sínodo de los jóvenes, donde toda la Iglesia se va a reunir para reflexionar, de la mano del Espíritu Santo, sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Temas bien importantes para hoy porque, en el fondo, tratan sobre la vocación última del hombre, que es el deseo de plenitud, el deseo de felicidad. Así que acordate: Jesús es el único que da respuestas, que da la respuesta a tu existencia a tu felicidad. Y es verdad, no es un camino fácil, hay que discernir, pero es el único que te lleva a la plenitud. Por eso, no quieras tener todas las respuestas, anímate a tener buenas preguntas: ¿qué quiere tu corazón?
Por último, no te quedes en los “peros”.
Aparecen dos personas a los cuales Jesús les dice “sígueme”, el Señor los invita. Y es muy difícil que no nos identifiquemos con ellos, esa es también nuestra vida de fe. Ellos quieren responder, sin embargo ponen un “pero”, ponen excusas. Uno dice “dejame ir a enterrar a mi padre”, otro “dejame ir a despedirme de los míos”. A veces en la respuesta al Señor vos y yo también tenemos un “pero”. Fijate cuáles son tus “peros”, cuáles son tus limitaciones, cuáles son tus frenos, tus miedos, tus ataduras. Porque claro, Jesús dice “el que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. Por favor, no es momento de mirar hacia atrás, no te quedes en tu pasado, en tu error, en tus equivocaciones. No mires lo complejo del camino, sino más bien confiá en la mano de Dios que te sostiene. No estés tan pendiente todo el tiempo del celular, de la televisión, de las cosas. Más bien tratá de centrarte en Dios y en tus hermanos que sufren. Viví el desprendimiento de todo lo que te separa de Dios y tratá de seguir con tu vida su voluntad. Ponetelo como propósito para hoy por lo menos. Ese espíritu de desprendimiento, de relativizar las cosa y lo material, renunciá a la frivolidad, a lo mundano y buscá llenarte del Señor.
Si querés encontrarte con el Señor, abandonate en Él y Él te va a dar la gracia para ser desprendido y entregado a su amor. Que tu seguimiento sea un ir del entusiasmo al compromiso, del miedo a la confianza, del encontrar al compartir, de lo pequeño a lo grande, pero siempre con Jesús en el medio.
Que tengas un buen día, y que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.