Sobre la oración, la insistencia y la confianza

jueves, 11 de octubre de
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Volvemos al tema de la oración.
Una oración que, con frecuencia, por falta de constancia y perseverancia, silenciamos.
Tocamos el timbre, si nadie responde nos vamos.
Llamamos por teléfono, si nadie nos responde dejamos de llamar.
Llamamos a Dios, si no nos responde de inmediato, dejamos de orar.

Dios me ha engañado diciendo que pida y se me concederá.
Y la oración no es cuestión cuántas veces le pedimos, sino de esa actitud orante de nuestro corazón.

 

Siempre he admirado a Santa Mónica que se pasó treinta años orando por su hijo Agustín.
¿Alguien esperaría treinta años?
Claro que con Dios no hace falta esperar ni se hace rogar.
Dios siempre escucha y siempre abre la puerta.
Somos nosotros los que necesitamos esa disposición de la constancia en la oración.
La oración primero tiene que cambiar nuestros corazones.
La oración primero tiene que avivar la fe en nuestros corazones.
La oración primero tiene que despertar en nosotros la esperanza.

 

Y sobre todo:
La oración tiene que abrir nuestros corazones a la confianza.
La oración tiene que abrir nuestros corazones a la amistad con El.
La oración tiene que abrir nuestros corazones a la esperanza.

 

Porque la oración es:
Una actitud de amistad.
Una actitud de abandono.
Una actitud de intimidad.
Un encuentro de amigos.

 

La insistencia del amigo trata de convencer al amigo y arrancarle el favor.
La insistencia ha de revelar nuestra confianza.
Porque a Dios no tenemos por qué convencerle.
Porque a Dios no tenemos por qué arrancarle el que se levante de la cama.
Porque a Dios no tenemos por qué despertarle para que nos dé unos panes.

 

La oración no cambia a Dios.
La oración tiene que cambiarnos a nosotros.
La oración es perseverante como la amistad.
La oración es perseverante como el amor.
La oración es perseverante como la esperanza.

 

¿Alguien se cansa cuando está con el amigo?
¿Alguien se cansa cuando está enamorado?
La insistencia nace de la profundidad del amor.
La perseverancia nace de la hondura de la amistad.
Nadie ama de verdad mirando al reloj.
El amor no tiene reloj, tiene todo el tiempo.

 

 

Clemente Sobrado cp.

 

Oleada Joven