En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
Palabra de Dios
P. David Pintos sacerdote de la Diócesis de San Ramón de la Nueva Orán
¿Nunca te pusiste a pensar que pasaría en el mundo si todos tuviéramos la pasión ardiente de Cristo? En el Evangelio de hoy escuchamos que Jesús manifiesta su deseo. Manifiesta su deseo de que su fuego arda en el mundo, de que su fuego de amor esté encendido en todos. Jesús nos da su fuego, ese fuego de amor que quema nuestro corazón , una llama de amor viva. Jesús nos da su pasión, esa pasión de querer llevar el amor a todos lados.
Jesús ha venido a traer fuego y estoy convencido de que en algún momento de tu historia experimentaste el fuego del amor de Jesús en tu corazón ¿Te acordas de ese día? ¿Te acordas de ese momento cuando tu corazón estaba lleno del amor de Dios y que ese amor quería explotar y salir hacia todos lados? Seguro son momentos inolvidables y que quisiera que lo traigas a la memoria, trae de nuevo esa experiencia en tu corazón. Y seguro que al recordar se dibuja una sonrisa muy grande en tu rostro y quien dice que por ahí te planta un lagrimón de alegría. Que bueno que es Jesús que siempre nos da lo mejor de lo mejor. Que bueno que es Jesús al transmitirnos su mismo fuego de amor en nosotros.
Su fuego está en nosotros. Su pasión está en Vos. Anda y con el fuego de amor de Jesús incendia los corazones de todos. ¿Cómo lo vamos a hacer? Dando la mejor sonrisa, dando el mejor servicio. Haciendo las cosas con muchas ganas y con mucha vida. Dando el mejor abrazo a los que se te acercan o a los que vos quieras . Visitando de sorpresa a alguien que vos sentís que le va a hacer bien y toman unos mates. Donando algo a los más necesitados. Visitando a los enfermos. Jugar con los niños. Haciendo todo con la mejor gana. Y miles de gestos y cosas que se te ocurran. ¿Por qué hacerlo? Porque tenemos en nuestro corazón el fuego del amor de Dios y lo vamos a compartir con todos.