Mujeres con mirada amplia

lunes, 29 de octubre de

Jesús está en la Sinagoga. Lugar de especial consideración.
Pero también está una mujer “encorvada durante dieciocho años”.
Toda una vida mirando al suelo.
Toda una vida mirándose a los pies.
Toda una vida sin poder ver el cielo.
Toda una vida sin poder mirar de frente y hacia delante.
Toda una vida sin poder mirar a los ojos ni de sus hijos.

Vivir dieciocho años encorvada, doblada sobre sí misma.
Y todos contentos, ya todos se habían acostumbrado a verla así.
Ya no llamaba la atención a nadie.
Bueno, hasta que llegó Jesús y la miró.

Estoy pensando: En cuántas mujeres siguen también hoy encorvadas.
Encorvadas porque son consideradas menos que los hombres.
Encorvadas porque son discriminadas política y religiosamente.
Encorvadas porque son discriminadas en sus salarios.
Encorvadas porque no son reconocidas en su igual dignidad con el hombre.
Encorvadas porque se les cierran muchos caminos, que son permitidos a los hombres.
Encorvadas por el autoritarismo y machismo conyugal.
Encorvadas porque se ven obligadas a ser vendidas y compradas para satisfacción del hombre, con el beneplácito de todo el mundo.

Y lo peor es “ver a una mujer encorvada en la Sinagoga”.
Lo peor es “ver a una mujer encorvada en la Iglesia”.
Y hacerlo además como expresión de la voluntad de Dios.
¿No necesitaremos de un Jesús que venga de nuevo e imponga sus manos sobre esas mujeres excluidas y encorvadas y las ponga en pie también en la Iglesia?
Mujeres encorvadas, Dios las quiere de pie, mirando libremente hacia delante.
Por eso, ¡perdonad nuestra insensibilidad!

 

 

Clemente Sobrado cp.