En ocasiones, no nos “sale” en la primera dar el salto. A veces cuesta aventurarse cuando una oportunidad se presenta. Oportunidades que pueden tomar muchos matices y que tal vez estábamos esperando pero nos da vértigo que sea posible o que simplemente, resultan ser iniciativa espontánea de la Vida.
Y nos visita un vacío tan lleno de preguntas junto con ese refrán ensordecedor que dice que “el tren no pasa dos veces”. Como consecuencia, el desasosiego no tarda en querer golpearnos la puerta del corazón.
Pero tenemos una amiga que con su vida, demostró que el tren no sólo pasa una vez, sino dos, tres y cuantas sean necesarias. A decir verdad, en más de una circunstancia, donde daríamos por hecho su inmediato “sí”, ella pedía tiempo o directamente, el “no” era su respuesta.
Era en las raíces del alma dónde se encontraba con Dios, un Dios que espera porque sabe de nuestros procesos a la vez, que no deja de insistir sin forzar. Y es en su humildad donde anidaba la valentía de volver sobre sus pasos de ser necesario, para regalar un sí rotundo.
Como aquella vez en la que Chiara experimentó también el sufrimiento. A pesar de los esfuerzos, por una incomprensión con una profesora, debe repetir el primer año de liceo. Por primera vez, Chiara debe confiar en Dios no solo las alegrías, sino también los dolores. Le escribe a una amiga: “No lograba darle este dolor a Jesús enseguida. Precisé un poco de tiempo para restablecerme un poquito”.
En otra oportunidad, a los diecisiete años, durante un partido de tenis, un dolor lacerante en el hombro descubre algo trágico: se trata de un tumor de los más crueles, el osteosarcoma. Un diagnóstico difícil de aceptar. Cuando vuelve a casa luego de las primeras terapias, su mamá María Teresa le pregunta: “Chiara, ¿cómo te fue?”. Pero ella, sin mirarla y lanzándose en la cama, se queda por largo rato prisionera de una gran lucha interior. Solo después de veinticinco larguísimos minutos, con su sonrisa de siempre dice: “Mamá, ¡ahora puedes hablar!”. Chiara dijo su sí a Dios y desde entonces no se volvió nunca atrás.
¿Cómo son nuestros sí? ¿Cuántas veces han sido auténticos y no simplemente, arrancados porque “no nos queda otra”, por obligación o siendo automáticos y vacíos? Sin embargo ella, luego de dejarse encontrar por Dios, en cada respuesta se daba por entero, no mezquinaba nada y entregaba su 100% en lo cotidiano.
En verdad, tenía bien en claro que es Dios quien nos pone todas las fichas y renueva las posibilidades de amar, de darnos, de caminar proyectos. Esa certeza en la Fe de que los trenes vuelven a pasar preparándonos hasta que estemos listos porque la Vida no se agota en una sola oportunidad.
Ella es Chiara Luce Badano, nuestra amiga de las segundas oportunidades.
Luz Huríe