Evangelio según San Lucas 21,12-19

martes, 27 de noviembre de

Jesús dijo a sus discípulos: 

 

«Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. 

 

Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»

 

Palabra de Dios

 


Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

 

El pasaje del evangelio que compartimos hoy, Lucas 21, del 12 al 19, nos confirma una vez más que Jesús es el camino, la vida y que siempre te va con la verdad. El Señor nunca te dibuja la realidad sino que te dice las cosas como son. Hoy nos toca encontrarnos con la realidad de la cruz. Palabras fuertes las del Evangelio, pero que conllevan una gran promesa: Dios siempre está ahí. Por eso, tratemos de meditar un poco lo que nos sugiere la Palabra para este día.

 

En primer lugar, la cruz es necesaria. Humanamente no es fácil escuchar que uno va a sufrir si se lo quiere seguir a Jesús. Quizás hubiéramos preferido un camino más fácil, pero es el que nos toca transitar. Sin embargo, no es para desanimarse, sino más bien para reconocer esas realidades y empezar a poner el amor de Dios también ahí.

 

La cruz de la que nos habla hoy el Señor tiene que ver con la persecución a causa de seguirlo a Él. A lo mejor no te persigan para matarte, pero hay otras formas de martirio en lo cotidiano, y es algo que podemos estar viviendo. Vos fijate que a veces las personas que nos toca cruzarnos todos los días no siempre van a comprender el camino del cristiano y nos la hacen pasar mal. Basta a veces con prender la televisión para darnos cuenta de eso. Y no es que busquen matarte, sino que hay otras maneras: la indiferencia, los prejuicios, las burlas, las críticas. Más que matarte, quieren callarte. Porque el anuncio de Jesús muchas veces molesta. Bueno, son situaciones dolorosas que a veces nos pasan. No es para tener miedo a lo que digan, más bien que esto te anime para dar testimonio. La cruz es necesaria para que sigas descubriendo el amor que Dios te tiene.

 

No tengas miedo, da testimonio con tu fe y te aseguro que aquellos que antes se reían, van a ser los primeros en buscarte en los momentos difíciles.

 

En segundo lugar, mantenete constante. El Señor dice “gracias a la constancia salvarán sus vidas”. ¿De qué constancia habla Jesús? Bueno, de la constancia en la fe, de la constancia en el saberse sostenido por Dios, en la confianza de saber que Él te cuida y que estás en la palma de su mano. Por eso, lo más importante no es la cruz en sí misma, sino más bien el acompañamiento de Dios en toda situación que nos toca vivir. Lo más importante no es estar a la defensiva, sino ser testimonio vivo del amor de Dios. Permanecer en Jesús implica mantener un dialogo con Él, es un “estar con Él” constante. Acordate que dar testimonio no es tanto contar lo que vos hacés por Dios, sino lo que Dios hizo por vos.

 

La constancia significa convertirnos día a día. Significa también darle a Jesús el lugar que le corresponde. Y significa saber que a veces nos vamos a tropezar, pero Dios sigue estando ahí. Por eso, preguntate hoy: ¿En qué ámbitos o situaciones de tu vida el Señor te llama a ser constante?

 

Por último, Dios es providente. El Señor nos anuncia que ni un solo cabello se nos caerá de la cabeza. Esta Buena Noticia y certeza es la que nos mueve a ser firmes en la Fe, la que nos impulsa y sostiene a seguir anunciando y mostrando su Vida en nosotros, en palabras y en obras, a seguir construyendo su reino, en medio de desilusión y el sufrimiento, en medio de la incomprensión, de la burla, del desinterés, del cansancio. No te preocupes tanto, empezá a ocuparte. Y eso comienza confiando plenamente en Dios.

 

Qué bueno que, en estos días nos vayamos preparando para el tiempo de adviento, abriendo el corazón para poder entender que, cuando estemos cara a cara delante de Dios, seremos juzgados en el amor.

 

 

Que tengas un buen día, y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.

 

 

 

Oleada Joven