¡¡¡Feliz día Papá!!!

domingo, 19 de junio de

Hoy especialmente damos gracias a Dios por nuestros padres; los que nos dieron la vida y también por los que se nos cruzaron en el camino de la vida obrando como padres, dandonos amor, seguridad, limites y ejemplo de dedicación. Damos gracias por los padre que nos ayudaron a crecer. También le damos gracias a Dios Padre, el Padre por excelencia, quien con su amor paternal puede sanarnos todas las malas experiencias que tengamos de paternidad en nuestras vidas. 

 

 

“Antes de formarte en el vientre materno, Yo te conocía; antes de que salieras del seno, Yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones” Jr 1, 5
 
 
Cada momento tiene Su bendición y así lo descubrí aquél día. Estaba esperando el colectivo, como siempre pero en un día nuevo. Y éste se retrasaba, y ya comencé a caminar de aquí para allá como si ello hiciera que al fin llegase.
 
De repente, giro y veo venir a una cuadra un padre con dos niños pequeños. El papá estaba con uniforme de trabajo y los hijos con guardapolvo. Me detuve en ellos.
 
Caminaban casi a la par aunque se notaba que era el padre el que marcaba el andar. Llegaron hasta donde me encontraba, miraron a ambos lados y cruzaron a otra vereda. Allí el papá se hizo pequeño abrazando a cada uno de sus hijos. Se estaba despidiendo. Él se iría hacia su trabajo para así traer el pan y los hijos a la escuela construyendo su presente y futuro.
 
Cada uno comenzó a marchar hacia su misión, pero los niños enseguida se encontraron con un desafío: una pequeña calle para cruzar. Se tomaron de la mano, observaron y cruzaron: ¡misión cumplida! Pero en esta escena hubo un gran detalle que me cautivó. El padre una vez que los niños avanzaban, no paraba de obsérvalos: un paso hacia delante, y ya giraba para verlos, así una y otra vez.
 
Y Dios me había hecho testigo de ésta escena real de lo cotidiano y maravilloso de la vida. Y lo descubrí a Él, a Papá Dios que desde la eternidad me soñó y me sopló Su vida. Ama a Sus sueños, a Sus hijos por ello es que cada día en detalles sublimes me llega Su Amor de Padre que me cuida, guía, alienta, abraza, corrige, perdona y tanto más que no sé describir que es Dios. ¡Gracias Papá Dios!
 
Y claro que también encontré al papá “humano”, co creadores en la obra de Dios. Y mi corazón viajó a la infancia. Y vi a aquél padre que llevaba en andas a su hijo tal vez mostrándole que es sabio mirar con altura las escenas de la vida. O aquél que le enseñaba a remontar el barrilete explicándole que a veces vendrán vientos fuertes, pero que no hay que perder la calma sino saber volar aprovechándolos y descubriendo nuevos cielos. Uy y cuando nos caímos de la bici y enseguida vino hacia nosotros con su: “no pasa nada… ¡vamos devuelta!”. ¡Y cuando fue a verte al acto de la escuela y te aplaudía como si fueses el mejor actor del mundo! ¡Tanto amor dado! Sí, se que a veces se equivocó, que llegó tarde o se olvidó de aquello o no vino, pero ello lo hace humano y despierta en nosotros el amor de Dios Padre misericordioso que hace nuevas todas las cosas. ¡Gracias papá!
 
Y en la vida vamos creciendo, y más personas van formando parte de nuestra historia y cuántos hombres de distintos lugares o realidades, hasta tal vez por un instante, también fueron o son nuestros padres regalándonos un consejo, un tiempo, unos mates, un abrazo. ¡Gracias papás!
 
El Amor de Dios Padre presente en todos ellos y a todos ellos:
 
 
¡FELIZ DÍA PAPÁ! y ¡GRACIAS por la VIDA!
 
 
 
 

 

 

Oleada Joven