Aquí estoy, Señor,
con hambre y sed de vida.
Soñando que lo llevo bien,
creyendo que sé vivir,
consumo febrilmente ligeros placeres,
no más que golosinas,
precarias sensaciones
arañadas aquí y allá…
Y mi hambre y sed no desaparecen.
Esto ya no es vida sino simulacro, una vida sin calidad de vida.
Pero acostumbrado a lo light
lo auténtico sólo entra con filtros.
Demasiado educado para ser blasfemo.
Demasiado tradicional para ir más allá de lo legal.
Demasiado cauto para saborear triunfos.
Demasiado razonable para correr riesgos.
Demasiado acomodado para empezar de nuevo…
Mas sin pedirte mucho, para no desatar tu osadía;
amando sólo a sorbos, para no crear lazos;
rebajando tu Evangelio, para hacerlo digerible;
soñando utopías sin realidades;
caminando tras tus huellas
sin romper lazos anteriores..
Silba, Señor, tu canción, como buen pastor;
que se oiga por lomas y colinas,
barrancos y praderas.
Despiértanos de esta siesta.
Defiéndenos de tanta indolencia.
Condúcenos a los pastos de tu tierra.
Danos vida verdadera.
Florentino Ulibarri