Evangelio según San Lucas 2,1-14

viernes, 21 de diciembre de

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.

 

José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.

 

Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

 

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.

 

De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:

 

Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.

 

Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!”.

 

 

Palabra de Dios

 

 


 

Padre Héctor Lordi sacerdote de la orden de San Benito

 

Estamos ante un cántico que dijo Zacarías. Se lo llama Benedictus, que es en latín, que quiere Bendito, y es la primera palabra con que comienza este cántico. Bendito sea Dios. El cántico nos ayuda a comprender el sentido que tiene la venida del Mesías. Los nombres de la familia de Juan Bautista son todo un programa: Isabel, la madre de Juan Bautista, significa «Dios juró». Zacarías (el papá de Juan Bautista), significa «Dios se ha acordado». Y Juan, significa «Dios hace misericordia».

 

En el Benedictus cantamos que todo lo anunciado por los profetas se ha cumplido con la llegada de Jesús. Cantamos también que Dios, acordándose de su promesa, «ha visitado y redimido a su pueblo», nos libera de nuestros enemigos, y que por su entrañable misericordia «nos visitará el Sol que nace de lo alto». Ese Sol es imagen de Cristo.

 

En el nacimiento de Jesús es cuando mejor se ha mostrado la fidelidad de Dios. En el nacimiento de Jesús se ha mostrado el amor de Dios. En el nacimiento de Jesús se ha mostrado que Dios sigue confiando en el hombre.

 

Cada día nosotros, los monjes benedictinos, rezamos este cántico del Benedictus en el coro de nuestra capilla al final de la oración de la mañana que se llama Laudes. Así recordamos que nos entibia «el Sol que nace de lo alto», que para nosotros es Jesús. El quiere iluminar a todos los que caminan en la tiniebla. A su vez nos compromete a servirle en su presencia todos nuestros días. Y de su parte Dios se compromete a «guiar nuestros pasos en el camino de la paz».

 

Tenemos que recordar que no somos nosotros los que le hacemos un favor a Dios cuando rezamos, sino que es él quien nos envuelve con su ternura, quien nos visita y nos redime, haciéndonos objeto de su amor, haciéndonos objeto de su misericordia.

 

Tenemos que alabar más a Dios porque continuamente estamos recibiendo sus dones y su bendición. Tenemos que vivir esa alegría que nos da Jesús que vino a encarnarse en nuestra familia humana. Tenemos que vivir la alegría que nos da Jesús que vino a compartir nuestra historia. Tomemos conciencia de la presencia de Dios. Y vivamos esta presencia de Dios con alegría y agradecimiento. ¡Qué Dios nos bendiga y nos conceda a todos una santa Navidad!

 

 

Oleada Joven