Esparcir la semilla

sábado, 17 de septiembre de
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“Señor, yo quiero escuchar tu Palabra.

Sabes de mi corazón que no siempre es Buena tierra,

pero sabes que una y otra vez vuelvo a Vos,

porque confío más en tu esperanza que en mis límites.

 

En realidad pusiste de la mejor tierra en mi corazón,

pusiste en mi, como en todos, “madera de santo”.

Pero muchas veces me olvido, y por descuido o por miedo,

empiezo a sentir que lo que tengo no vale nada,

que “nada bueno” puede salir de dentro mío.

 

Yo sé que la Palabra se abrirá paso en mí en este día,

que irá dando frutos de buenas obras.

Porque Vos lo podés todo Señor, incluso con las piedras,

y los yuyos que tanta veces amenazan el “terreno” de mi corazón.

 

Te doy gracias por las personas que fueron sembrando la semilla

del evangelio en mi vida, por su trabajo y principalmente por

su confianza, porque si sembraron, es porque creyeron en mí

y en todo lo que Vos podés hacer en mi vida.

 

Te doy gracias porque me invitas a participar en tu misión

de hacer presente tu Reino; porque me llenás las manos de semillas

para salir a esparcir  en el corazón de tantos  jóvenes…

entre mis amigos y mis compañeros.

 

Te pido que hagas renacer la fe en mi corazón,

que pueda sembrar en ellos con confianza,

sabiendo que Vos podés hacer salir agua de las piedras.

Haceme confiado, y sobre todo paciente.

A mí sólo me toca sembrar,  la cosecha queda en tus manos,

para cuando mejor lo dispongas.

 

Salime al encuentro, sobretodo cuando me sienta cansado,

cuando la frustración vaya ganando terreno en mi alma,

y sienta que ya no vale la pena,

que las semillas perdieron su potencialidad.

 

Confío en que tu Madre Buena me ayude;

ella sí que sabe sabe de recorrer campos y de sembradores.

La semilla que alguien supo plantar en nosotros,

y las que nos animamos a plantar, la confiamos a su cuidado y protección.

Amén

 

 De nuestra redacción

Milagros Rodón