Encontrarse un tesoro: el del amor de Dios

jueves, 20 de octubre de
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Encontrarse un tesoro: el tesoro del amor de Dios. Si bien ahora sabes dónde está, no estás listo para tomar completa posesión de él. Muchas ataduras te lo impiden. Si deseas poseer completamente tu tesoro, deberás enterrarlo en el campo donde lo has encontrado, regresar feliz a tu casa, vender todo lo que tienes y regresar luego a comprar el campo.


Realmente puedes alegrarte de haber hallado el tesoro. Pero no deberías ser tan ingenuo como para pensar que ya lo posees. Recién cuando te desprendas de todo lo demás, el tesoro podrá pertenecerte en forma completa. Si encontraste el tesoro, ve otra vez en su búsqueda. La vida espiritual es una larga y difícil búsqueda de aquello que ya has encontrado. Sólo puedes buscar a Dios cuando ya lo has encontrado. El deseo del amor incondicional de Dios es la consecuencia de haber sido ya rozado por este amor.


Dado que el hallazgo del tesoro es sólo el comienzo de la búsqueda, deberás ser cuidadoso. Si despliegas el tesoro frente a los demás sin que te pertenezca en forma completa, podrías dañarte e inclusive perderlo. Un amor recién adquirido requiere de un lugar apartado y silencioso donde ser cuidado y atendido. Una exposición exagerado lo aniquila. Por esta razón, debes enterrar el tesoro y desprenderte de tus posesiones, y luego “jugarte” y adquirir el campo en donde lo escondiste.


Muchas veces resulta una empresa dolorosa ya que tu autoestima está estrechamente ligada a tus posesiones: éxito, amigos, reconocimiento, dinero, título y demás. Pero tú sabes que sólo “este tesoro” podrá hacerte verdaderamente feliz.


Hallar el tesoro sin estar dispuesto al mismo tiempo a poseerlo completamente, te provoca inquietud. Es la inquietud de la búsqueda de Dios, del camino hacia la gloria. Es el camino hacia el Reino de Dios, el viaje hacia el lugar en el cual encuentras la calma.



Fuente: “El lenguaje del Corazón”, Henry Nouwen, Editorial Bonum

 

Oleada Joven