¡El mundo necesita locos! Necesita jóvenes dispuestos a darlo todo por una buena causa, por construir un mundo mejor. A esta necesidad, la convertimos en oración. ¡Que lleguen locos! y que nos dejemos contagiar por esta locura.
Se necesitan locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras, de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin.
Se necesitan locos, chiflados, apasionados, hombres capaces de dar el salto hacia la inseguridad, hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza;
Se necesitan locos, que acepten diluirse en la masa sin pretensiones de erigirse un escabel, que no utilicen su superioridad en su provecho.
Envíanos locos, locos del presente, enamorados de una forma de vida sencilla, liberadores eficientes del proletariado, amantes de la paz, puros de conciencia, resueltos a nunca traicionar, capaces de aceptar cualquier tarea, de acudir donde sea, libres y obedientes, espontáneos y tenaces, dulces y fuertes.
Danos locos, Señor, danos locos.