El Espíritu Santo me lanza hacia el futuro y me invita a crecer. Pero en realidad, lo que más le interesa es que yo viva la vida con todas mis ganas, que me entregue ahora a lo que me toque vivir. El deseo de ser mejores es importante, pero no tiene que llevarnos a estar siempre pendientes del futuro.
Eso nos llena de ansiedad y hace que el presente se vuelva insoportable.
Tengo que optar en primer lugar por el presente, porque es lo que Dios me está regalando, y por eso tengo el derecho a vivirlo lo mejor posible. Es Dios quien me da la vida, y eso me otorga todo el derecho a vivir feliz en éste mundo.
Más allá de mis errores yo soy amado por Él, que no puede rechazar Su propia obra.
Entonces, hoy es un día valioso y estoy llamado a vivirla. El pasado ya sucedió. No lo puedo borrar, pero ya terminó. Y ese pasado no tiene derecho a arruinar mi vida presente que Dios me está ofreciendo generosamente.
Tengo que vivir hoy de tal manera que pueda sentir que vale la pena que yo exista. Y eso es dejarme llevar por el Espíritu Santo, sabiéndome amado, y entregándome a Su amor y a Su proyecto, dando lo mejor de mi y disfrutando de lo que pueda vivir en éste día.
Ahora mismo me dejo llevar por el Espíritu Santo, y me entrego a vivir esta jornada con paz, confianza, dignidad y creatividad.
Fuente: “Los Cinco minutos del Espíritu Santo”, Víctor Manuel Fernández, Editorial Claretiana