Evangelio según San Juan 17,20-26

martes, 18 de mayo de
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En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: “Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.”

 
 
Palabra de Dios
 
 
Cardenal Estanilao Karlic | Arzobispo Emérito de Paraná
 
Queridos muchachos, queridas chicas, que gracia de Dios es vivir, que gracia de Dios es vivir la vida plena, el encuentro entre los hijos de Dios. Así debe ser este encuentro, que se mide por la profundidad de la amistad, es decir, por la profundidad del amor; ese amor de Dios, el suyo por nosotros, y el de nosotros entre nosotros mismos, es la medida de esta comunión. 
Qué bendición tener este momento en este día que el Señor nos regala, para hablar de la comunión, de la comunión de Dios en su eternidad feliz, de la comunión entre nosotros, de la fidelidad y del gozo. 
Dios es amor, Dios nos ama, Dios nos ama a cada uno de nosotros, Dios ruega por nuestro amor. “No ruego solamente por ellos, sino también por los que gracias a su palabra creerán en mí. Que todos sean uno”. Qué maravilla, quiere que nos amemos y que podamos decir que somos uno, al modo como Cristo es uno con el Padre, al modo como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son la unidad de Dios. Quiere Dios que nosotros así imitemos esa unidad, primero con ellos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, para que extendamos el misterio de comunión que es Dios, pero entre nosotros tenemos que imitar esa comunión. 
Un amor que nace de la libertad y de la sabiduría de Dios, un amor que debe nacer de nuestra sabiduría y de nuestra libertad. Somos sabios cuando amamos a Dios, cuando descubrimos antes que Él nos ama, somos sabios y tenemos luz en el corazón cuando amamos a los hermanos, aun a los que son enemigos nuestros, somos sabios cuando amamos y perdonamos. Bendito sea Dios.
Todo esto debe ser gozo nuestro, gozo profundo; el gozo nace por el bien poseído. Poseemos el amor de Dios que nos regala, poseemos la comunión con nuestros hermanos a quienes nos damos, de quienes esperamos la amistad. Qué hermoso es vivir así, hoy es posible, con la gracia de Dios y la ayuda de María y de todos los Santos. Que así sea. Amén.

 

Oleada Joven