Estamos en verano, en donde muchos tienen la oportunidad de vivir un tiempo de vacaciones. En esta etapa del año, estés en vacaciones o continúes trabajando, todo te lleva a buscar el descanso. Las temperaturas suben, la naturaleza se llena de vigor y de colores, y te invitan al reposo y a la contemplación. Nuestro mismo cuerpo se siente diferente…. todo invita a cambiar la rutina, a buscar nuevos aires.
Es el tiempo para pasar por el corazón todo lo vivido, de maravillarnos de la creación con serenidad… y ahí fácilmente sale una oración del fondo del alma: de agradecimiento por el espectáculo natural, por la propia vida, por poder respirar, incluso por sentirte cansado, pero más vivo que nunca. Y en ese contexto, surge la necesidad de permanecer ahí, de cultivar una relación con Dios y sintonizar con los sentimientos de nuestro corazón. Ahí es donde habita y se nos comunica Dios.
Desde ese lugar de encuentro con nosotros y con Dios, nace la creatividad. La búsqueda por espacios de compartir renovados con la familia y los amigos; por reírse a carcajadas hasta largas horas; por visitar lugares desconocidos; por una buena lectura que reconforte el alma; por el encuentro con Dios en la Palabra o en la oración.
Buscando y leyendo algún texto que nos pudiera servir para este tiempo, encontramos una catequesis del P. Javier Soteras, director de Radio María Argentina: “Tengan paz”. Una hermosa invitación para encontrarnos con la paz que Dios quiere regalarnos en este tiempo. Respirá hondo… y descansá.
Tengan paz
(…) En este tiempo de vacaciones, donde toma protagonismo el descanso, reparador de fuerzas y energías, el “no tengan miedo, no teman” de Dios, te invita a descansar en Él, a tener confianza y a poner sólo en Él la mirada, para que te conduzca por senderos de paz, mientras se va abriendo camino el tiempo nuevo de trabajo que se inaugura para quien sigue su invitación.
El camino es el de la fe. Desde ahí se construye la paz que conduce a la liberación de las tensiones que hay dentro de ti; las que operan conscientemente y las inconscientes. Aprovechá este tiempo de descanso para empezar a poner las cosas en su justo lugar, para darle a Dios el lugar que se merece. Reconocé la centralidad de Jesús en tu vida y a partir de ésta re ubicación, confiá en que su presencia será el hilo conductor para encontrar el orden y la armonía y, a través de ellos recuperarás el don de la paz.
Pedile al Señor la gracia de poder seguir sus mociones, de poder vincularte a lo importante, de apartate de las cosas que son superficiales, porque en esas cosas seguro perdés la paz y te gana el conflicto. Regalate en estas vacaciones la oportunidad de escuchar el llamado de Jesús, que te invita insistentemente a la confianza, a la esperanza. Dejá que se suelten desde dentro de tu corazón las fuerzas que te movilizan para recorrer de aquí en adelante un camino de paz, de serenidad, de armonía, de orden.
“Tengan paz en su corazón, no tengan miedo”, nos dice Jesús. Porque el miedo paraliza; en cambio la paz que da Jesús es una paz que moviliza, es una paz comunicativa, que armoniza e inyecta vitalidad, claridad de pensamientos, luminosidad, serenidad, oportunidad para expresar con sencillez, con profundidad y con transparencia lo que pasa. Esos son los signos de la presencia pacificadora del Señor. La paz que Jesús quiere regalarte hoy no es la paz que paraliza, la de los ojos blanqueados y la mirada perdida. La paz que Jesús te regala es una paz que te pone en movimiento, que te permite afrontar el conflicto, que te da fortaleza para salir del estado en el que te encontrás para sacarte hacia delante y ponerte en marcha.
Recibí este don maravilloso de la paz que comunica Jesús a tu vida. El Señor te está esperando, quiere regalarte este don. Él toma la iniciativa, dejate guiar, confiá y dejá que derrame abundantemente su paz en tu casa, en tu familia, en tu trabajo y entre los tuyos.