Quien no hace todo bajo la mirada de Dios y en cambio se preocupa por la mirada y la opinión de los hombres está perdido.
Cuánto más vacío de todo lo que no es Dios estemos, más capaces seremos de saciarnos en Él…
Amemos sólo a Dios: sólo a Él pertenece nuestro corazón. Amemos a los hombres porque son suyo y los encontramos en su Corazón.
Es justo hacer todas las cosas bajo la mirada de Dios porque todo lo recibimos de nuestro Creador y Salvador y todo debemos devolverle. Y también es sabio, porque la sabiduría consiste en amar infinita y exclusivamente su belleza y perfección supremas y vivir por ellas.
Hacer todo bajo la mirada de Dios supone no tener ojos más que para Él y actuar sólo por Él. Cuando se ama a un ser, se lo contempla sin pausa. No se tienen ojos más que para Él. Todos los pensamientos, palabras y obras están suspendidos de su presencia, de lo que le agrada, de su mayo bien. ¡Eso es amor!
Charles de Foucauld
Fuente: “Legado Espiritual”, Charles de Foucauld, Bonum.
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