Hace pocos días, Verónica, la podóloga, (que voluntariamente viene a atender los pies de la gente de la calle) me decía:
“¿Sabe…?, muchos no pueden quitarse los zapatos durante toda la semana, y tienen que dormir con los zapatos puestos, por miedo a que se los quiten. Por eso, cuando vienen a que yo los atienda, les da vergüenza sacárselos. En ese momento, me doy cuenta, que más que atender sus pies, me descubro atendiendo su angustia.