Que se renueve en mí la esperanza de saber que tu ternura tendrá en la historia la última palabra.
Te doy gracias por haberte encarnado en lo simple y en lo pequeño para enseñarnos a crecer porque si algo vengo aprendiendo en este tiempo es que crecer no tiene que ver con ir engrandeciéndose sino acrecentado el espacio interior para que Otro lo habite, entonces paradójicamente crecer es para mí achicarme.
Ir sacando de dentro todo lo que impide que la Vida fluya: mis búsquedas desmesuradas o vacías, mis deseos de controlar, mis ideas preconcebidas, mi egoísmo y mi auto centrismo para dejar que sea Otro quien venga a desbaratarme las estructuras con nuevos horizontes de Vida entregada y plena. Ojalá sepa acoger el Misterio de un Dios naciendo en un pesebre en su totalidad, el Encuentro y la dosis de soledad, la invitación y el miedo, la esperanza y la incertidumbre, el amor y el dolor, porque todo es parte de lo mismo: dejarte nacer, aprender a confiar y dejarte crecer (mientras el ‘yo’ se va achicando).
Ojalá esta Navidad me nazcas Vos para que me sigas impulsando a vivir más allá de mí.
Zarandéame, Jesús, cuando ande ciega de mí, de ojos cerrados a tu dolor Zarandéame, Señor, no me dejes…
Vos amás toda esta debilidad Vos confías en toda mi pobreza Vos cuidás cada uno de mis pasos Vos velás…
Es regalo Lo que tengo El aire que respiro El sol que me acaricia Son regalo Estos pies Estos ojos…
Pasas tú Y traes la aceptación Esto soy, y está bien Esto pude Esto puedo Acojo mi limitación No estoy…
Cuidar El corazón, centro de la Vida El cuerpo, medio para vivir La casa, llamada a ser hogar de puertas…