Hace frío Señor, y son muchos mis hermanos que vagan por la ciudad de la tristeza y la soledad, de la desesperanza y el abandono.
A la vista de todos, a la indiferencia del egoísmo. Ellos van en silencio aguardando que alguien detenga su paso y les pregunte su nombre. Y a veces con gritos anuncian que hay pobres disfrazados de poderosos.
Manda Tu Santo Espíritu, y que sepa ser ese rayo de sol que encuentre las huellas errantes que necesitan ser sanadas.
Que sea llama que caliente sus manos y que los invite a sentarse y alimentarse del encuentro.
Que sea abrazo en el que Vos envuelvas cada uno de los latidos heridos de su andar.
Ven Espíritu Santo y despojame de todo abrigo que enfría mi vida, que me hace indiferente al invierno de los que no se saben amados.
Amén
Luz Huríe