Sinceridad

miércoles, 20 de noviembre de
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Hoy en la calle mientras iba yendo,
entre el ruido, el apuro y el afán de tener
unos desconocidos me pararon pidiendo que por favor conteste,
que querían saber…

Me preguntaron si yo era un conformista,
si un rebelde o acaso un soñador.
Y me obligaron a “pasar revista” a lo que pienso, digo y hago;
a esto que soy…

 

¿Yo un conformista… yo un mediocre… un resignado?

¿Que me gobierna el desaliento a mi?

¿Que no me animo a más… que estoy quedado?

¿Que pienso y digo que es mejor que todo siga así?

 

¿Que si soy un rebelde… un “anti”… un disconforme?

¿Que nunca fui y ahora soy contestador?

¿Que estoy cansado del bla- bla y del uniforme?

¿Que la bronca tragada se me ha vuelto rencor?

 

¿Que si soy un soñador?

¿Si es cierto que me escapo al pasado porque todo pasado fue mejor?

¿Que por ser incapaz de vivir, sueño despierto…

me anestesio, me borro y qué sé yo?

 

No siempre las palabras significan lo mismo

y es ley del consumismo no pararse a pensar.
Yo quise contestarles lo que sé por mí mismo:
lo que aprendí en mi casa, lo que he aprendido a amar.

Y me puse a explicarles que lo mío,
este genio, este modo y hasta el tono de voz
no es moda, copia, invento, desvarío;
es una herencia, un algo que hace que sea lo que soy.

Me dicen conformista pues me asquean el lujo y la codicia
porque para mí ser sencillo es una ley.

Dicen que soy rebelde porque no transo con las injusticias,
con la mentira, el robo, y el que por algo te podrás vender.

Y soy un soñador porque al brindarme al que me necesita
siento en mí todo aquello que va contra su dignidad.
Por lo tanto Señores: no soy un consumista,
estoy en rebeldía y me gusta soñar.

Me explico: sólo soñando puedo seguir siendo yo mismo;
porque soñando puedo no venderme y luchar;
porque soñando puedo dejar en el camino 

todos los falsos dioses de nuestra sociedad.

 

Y es que soñar, hoy es una tarea

que exige a gritos nuestro pueblo
y es crear el clima para nuestra fiesta,
digo espacios fraternos, donde uno pueda ser.

 

Se trata de pensar con amor en el encuentro
ir sumando lo bueno, lo que conozco y sé

que es mío y tuyo, patrimonio nuestro:

Tierra, Gente, Cultura, Historia, Pan y Fe.

 

Y al mismo tiempo ir restando miserias, mentiras,

injusticias, rencor y sus tristes dolorosas consecuencias…
¡Así me reconcilio y sirvo a mi País!

A esta mi Patria hermosa, cuna de lo que somos,
tierra de nuestros padres, donde yo

y ustedes, mis hermanos, fuimos todos

amados y vinimos al mundo por amor.

Y fuimos no se cuántas, quien sabe cuántas veces perdonados
traídos hacia el bien,

y asi nacimos y crecimos y vivimos siempre

queriendo ser hermanos, que es un modo de ser.

 

Y bien, ahora ya saben de donde vienen y hacia donde

quieren irse mis sueños.
Sé quién soy y lo que quiero ser me anda aquí por la sangre
porque si nos reconocemos, pienso yo,
que es cosa de engavillar a los sueños, nuestros sueños del alma,
y arremangados a lágrima y sudor,

ponernos en conciencia ante Dios y la Patria,
a decir y a hacer la libertad que se nos dió.

No vale ya, y resulta insoportable,

que te manden a hacer, te obliguen a copiar.
Solamente seremos de veras responsables

si cada cual si cada cual se juega su propia dignidad.

 

Con sencillez seremos verdaderos,

y con justicia hermanos de verdad;
y al buscar y encontrar entre todos el viejo derrotero
hallaremos el rumbo que dentro nuestro está.

Como ven, yo soy de tierra adentro, provinciano;
para colmo, me gusta ser, saber que soy y parecer argentino
y por eso, latinoamericano.
Lo que exijo no es mucho, casi nada,

y es: ¡que me dejen ser!

 

Julián Zini

 

Oleada Joven