Sí. Jesús «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre» (Concilio Vaticano II, GS 22,2). [470-476]
A la humanidad plena de Jesús pertenece también que tuviera un alma y que se desarrollara espiritualmente. En esta alma estaba radicada su identidad humana y su particular autoconciencia. Jesús conocía su unidad con su Padre celeste en el Espíritu Santo, por quien se dejaba guiar en todas las situaciones de su vida.
Nos puede ayudar para la reflexión:
1. ¿Qué despierta en tu corazón esta realidad tan humana de Jesús?
2. Lc 10,21-24 te puede ayudar a conocer esta unidad entre Jesús y el Padre.