Bajaste de tu trono, y te viniste a la puerta de mi choza. Yo estaba solo, cantando en un rincón, y mi música encantó tu oído. Y tú bajaste y te viniste a la puerta de mi choza. Tú tienes muchos maestros en tu salón, que, a toda hora, te cantan. Pero la sencilla copla ingenua de este novato te enamoró; su pobre melodía quejumbrosa, perdida en la gran música del mundo. Y tú bajaste con el premio de una flor, y te paraste a la puerta de mi choza.
Rabindranath Tagore