De cartonero a reconocido médico cirujano

miércoles, 29 de enero de

Hoy les presentamos una de esas historias que merecen ser contadas, porque resultan emocionantes y movilizadoras.


José Como Birche es médico cirujano. Pero para conseguirlo, antes fue cartonero, jardinero y llegó a copiar a mano libros para poder estudiar. Consiguió recibirse y ya lleva más de 5 mil operaciones. Hoy es Jefe de Cirugía cardio-vascular en un Hospital público en La Plata. ¿Cómo lo consiguió? ¿cómo fue su historia?


Entrevista a Jose Come Birche – 13/09/12 from Sentir lo que pasa on Vimeo.


Primero fue cartonero. Luego, recolectó flores en los campos de floricultura en las afueras de La Plata para revenderlas en la calle y hasta cortó el césped de sus vecinos para poder estudiar en la Universidad de La Plata y convertirse en médico especialista en Cirugía Cardiovascular. En el 2012, ese mismo joven que llegó a copiar a mano los 4 tomos del Tratado de Anatomía Humana de L. Testut para poderlo estudiar, fue distinguido por el ministro de Salud provincial, Alejandro Collia, por haber alcanzado un record de 5 mil intervenciones coronarias de alto riesgo en un hospital público.

“Es un orgullo encontrar profesionales así, tan dedicados a su trabajo, con amor por sus pacientes y su profesión”, le dijo el funcionario al cardiólogo José Como Birche, de 52 años, quien pasó la mitad de su vida operando en el hospital platense San Juan de Dios.

Hoy, es el jefe del servicio de Cirugía Cardiovascular del Hospital San Juan de Dios, y la lleva dirigidas más de 15 mil cirugías cardíacas en toda su carrera, un tercio de ellas en ese hospital. En promedio, realiza 250 operaciones centrales por año a corazón abierto. “La primera cirugía que vi fue una cirugía cardíaca, a mis 19 años. No me impresionó, me fascinó”, recordó el médico.

El hombre también recordó que a esa edad encontró a su padre muerto en la cama porque el corazón le había dejado de funcionar y que, tras muchos años de estudio, supo que para seguir viviendo necesitaba un marcapasos que nunca le fue puesto.

Esa ironía del destino, explica, fue la que lo llevó a elegir este oficio y explicó que en toda su carrera puso “cientos y cientos de marcapasos, una de las intervenciones más sencillas, de esas que los cirujanos que recién empiezan hacen para ganar seguridad en el oficio de los corazones”.


Recordó que “la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de La Plata le costó el triple que a sus compañeros por el hecho de ser pobre”. El cardiólogo hizo tres veces el ingreso a la Facultad de Medicina durante la última dictadura militar argentina, cuando sólo existían 250 vacantes por año, y recién logró entrar durante el regreso de la democracia.

Desde los 15 años trabajaba en una fábrica, pero debió renunciar para poder cursar. Como su madre era una mujer pobre con otros cuatro hijos que criar, debió buscar alternativas para costear sus estudios.

“Cuando entré a la universidad, todo fue muy difícil porque no tenía recursos y entonces hacía lo que podía: copiaba libros que me prestaban en la biblioteca. Me copié a mano los cuatro tomos del Tratado de Anatomía Humana de L. Testut”, rememora sobre aquellas 4.339 páginas.

El médico explicó que se “tuvo que adaptar a todas las circunstancias para poder seguir adelante”, y entre esas cosas se dedicó a recolectar cartones junto a un amigo para poder continuar con su carrera; recolectaba flores en los campos de floricultura en las afueras de La Plata y cortaba el césped en su barrio los domingos.


“Cuando ingresé fue un alivio porque ya tenía un sueldo y principalmente el apoyo de la gente. Hoy el servicio de cirugía cardiovascular es como mi casa”, dijo.


Fuente: sustentator

 

Oleada Joven