Evangelio según San Marcos 9,30-37

lunes, 24 de febrero de
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Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera,porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”.Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.

Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: “¿De qué hablaban en el camino?”.Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.

Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”.

Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
“El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado”.


Palabra de Dios




 


Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno

 

Hoy también evocamos a la beata Mará Ludovico di Angelis que esta sepultada en el hospital de las hermanas de nuestra cuidad de la Misericordia en la Plata, una religiosa, de Argentina, que supo, en nuestra patria dejar su vidas sobretodo en el cuidado de los niños y jóvenes, en la educación y sobretodo en los enfermos.


El evangelio que hemos escuchado se pregunta, nos pregunta a través de la pregunta que le hacen a Jesús ¿Quién es el más grande? Y la mayor grandeza Jesús la explica tomando un niño, entonces nosotros nos podemos preguntar ciertamente


¿Cómo ser santos? _ Porque la santidad es algo factible, es algo lo cual TODOS estamos llamados. La santidad consiste en cumplir la misión que hemos recibido de Dios, en ser lo que tenemos que ser, no existe un modelo de santidad valido para todos los casos, Cristo mismo al que se ha de acomodar toda existencia humana, no se nos propone como un modelo abstracto, sino que nos pide un vivir en El, un participar de su espíritu, de una manera que resulte única y peculiar de cada existencia.


Y esto es lo que el Señor como sintetiza tomando un niño y va a decir que de ellos es el reino de los cielos. Por lo tanto, el llamado a ser felices, a ser plenos, a ser santos es que seamos como niños, no infantiles pero si como niños, que tengamos la frescura, que tengamos la apertura del corazón, que tengamos la capacidad de escuchar que tengamos la fuerza de admirarnos nuevamente ante las cosas que suceden, que sepamos descubrir los signos de los tiempos, los gestos de la historia, necesitamos encontrar en cada hermano algo de lo que podamos aprender cada día.


El concilio vaticano II en la constitución sobre la iglesia nos dice que una misma es la santidad que cultivan en cualquier clase de vida y profesión los que son guiados por el Espíritu de Dios y obedeciendo la voz del Padre, adorando a Dios Padre en espíritu y verdad, siguen a Jesucristo y dice: “todos los fieles cristianos, en cualquier condición de vida, de oficio o de circunstancias y precisamente por medio de todo eso se podrán santificar de día en día. La santidad no es algo que se hace o se amasa de un día para el otro, se va conquistando, se va haciendo en lo cotidiano, en lo pequeñito de cada día, el que es fiel en lo poco será fiel en lo mucho y por lo tanto; la gran Fidelidad (“con mayúsculas”) se va haciendo sumando muchas insignificantes y pequeñas fidelidades en el SI de cada día.


Que importante queridos muchachos y chicas, queridos jóvenes, que hagamos bien y a lo grande aún las cosas más pequeñas, bien y a lo grande desde Dios, sabiendo que el Señor nunca nos abandona y que El nos da la gracia a todos de poder pararnos muchas veces en el día y preguntarnos que pensaría, que hablaría, como actuaría Jesús en nuestro lugar.


El Señor los bendiga, que el Señor los acompañe y les de la gracia que más necesiten.


 

Oleada Joven