Día 6: Zaqueo recibe a Jesús en su casa

miércoles, 26 de marzo de


Estamos en la primera semana de los ejercicios de San Igancio de Loyola. Pedimos interno conocimiento de nuestro pecado. A la cruz la tenemos delante de nosotros, la contemplamos. El que murió en la cruz, murió por mí, vino a salvarnos y a rescartarnos . El mistrio de la curz  y de la Pascua estan en el centro y vienen a revelar lo que esta oculto en el corazón, viene a poner a la luz lo que estaba oculto y a regalarnos gracias de redención, de reforma de vida.

Venimos  caminando juntos, considerando especialemente la misericordia de Dios y la misericordia de Dios en nuestras vidas , una misericordia  que no solamente perdona, sino que reconstruye y reahabilita. Una misericordia de Dios que Ignacio la siente y la expresa y nos la deja en los ejercicios como algo que nos tiene que llegar hasta el fondo del alma, si es que Dios nos la concede.

Ignacio nos lo hace pedir, disponernos, poner los medios para que esa misericordia nos llegue al fondo. Momento de soledad, de cierta oscuridad de ambiente que nos ayude a buscar una poquito más a buscar esa gracia de dolor de compunsión, de mayor aperura de corazón a una verdad que a veces nos resulta dura, la propia. Nuestro ego que nos traiciona mas de lo que queremos y creeemos. Nuestras mezquindades.

Paralelo pero con mucha mas fuerza Dios obra y llega con su amor a donde nosotros no podemos. Dios es el que va a dar vuelta porque “Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia” nos dice Pablo  en la carta a los Romanos. Y en esto vamos a poner el acento, en esta conversión a la que somos llamados  desde el comienzo del mensaje público de Jesus “Conviertanse y crean en el evangelio” Mc 1, 15; ”Convierntansé porque el Reino de Dios ha llegado” Mt 3, 3 y tantas expresiones que él nos deja en los Evangelio spero sobre todo su actitud permanete. “He venido para los enfermos no para los que se creen justos ni sanos.”


Deciamos que también nosotros tenemos que incluirnos con alegria y con paz en la gran masa de los pecadores, porque el ser humano tiene que reconocer su condición, tiene que vivir de cerca no solo la verdad de sus miserias sino esa miseria que nos hermana y nos evita el orgullo, la soberbia la autosuficiencia: “Soy pecador”. Nos pude doler en muchas oportunidades. Otras veces lo pasamos inadvertidos, como si todo estuviera bien en el sentido mas vulgar de la palabra

Somos pecadores significa que siempre vivimos con nuestras miserias, nuestros límites, nuestros rayes . Con los condicionamiemtos de la vida,  de los otros; todo se mezcla y hace que nuestra capacidad de equivocarnos , nuestra afabilidad este siempre a mano. Jesús dice que hay que reconocerse en ese lugar , nos muestra que él se acerca a aquellos que se paran en su humus, en su tierra, de ahí viene la palabra humildad. Pero la verdad es que esto nos cuesta reconocer, pararnos en esa verdad y sobre todo sentirla desde la alegria del Evangelio, desde el Jesús que desde la cruz vino a sanar.


No es que  yo conozca a Cristo y voy a empezar buenito y que todo cambió en mi vida, algunas cosas sí, ojala pueda cambiar la profunda orientación de mi vida. Seguiré siendo el mismo iracundo, egoísta que soy, el  lado flaco de su castillo, de su corazon, como nos dice en aquella regla de discernimiento que hemos visto, donde siempre el mal espíritu nos va a entrar, nos va a enjabonar toboganes para que caigamos siempre en lo mismo. La conversión apunta a ese fondo, a esa orientacion profunda. Que poco a poco pueda ir transformando muchas cosas, que poco a poco  va a ir dandole mas fuerza a las cosas lindas y buenas  que Dios nos inspira. Que todo aquello que Dios nos mueve ira tomando un primer lugar. Ira moviendo a esfuerzos personales por dar pasos, por cambiar.

Hoy vamos a pedir que esta gracia de conocernos internamente, en  nuestra llaga, en nuestro desorden, nuestro pecado, conocer todo aquello que nos influye desde afuera, el espiritu del mundo y no del Evangelio ni de Cristo. Que habita en todos nosotros porque está en  nuestra cultura, en el ser humano, en nuestros vínculos, nos pesan, nos condiciona, nos influyen. En tiempos de debilidad espiritual, de poca importancia de los espiritual, más allá de que hay un retorno de búsqueda, nos paramos mucho desde nuestros recursos comunes, los psicologicos, los que tenemos mano. No le damos una orientación, y esos recursos se vuelven un círculo vicioso. Cada uno se apoya en la emoción, en el afecto que puede, se enreda con la del otro y asi vamos marchando entre medio de angustias a veces exageradas, todo nos parece blanco o negro.



Una época de poca afirmación de la amor que va más alla que las emociones. A veces desde chicos lo vivimos; muchos jóvenes y niños lo viven así, por eso las inseguridades, los vacíos. Es muy dificil en este tiempo sentirse verdaderamente querido, que ocupo un lugar en el cuidado, en el interés del otro. Esto nos lleva a seguir reclamado, demandando. Por eso decía, este círculo donde nuestros pobres recursos intentan sostener algo que si no lo hago desde el espiritu, desde mi contacto con Dios , desde una mirada a los demas que parta de eso superior, será muy difícil alcanzar a tener una vida medianamente en paz, equilibrada para hacer lo que uno quiere hacer.

 

 

Los invito a que veamos el comienzo de un proceso de conversión que hace este famoso personaje del Evangelio, Zaqueo. Como ustedes saben, es un publicano, alguien despreciable para su pueblo, el pueblo Judío porque cobraba impuestos para el imperio romano y lo hacia poque conocia las manías propias,locales. Sabían por donde apretar para sacar dinero, cobraban un porcentaje y se les permitía ser prestamista, ususreros como decimos nosotros. Estos personajes eran de lo peor para el pueblo, como lo eran los leprosos, las prostitutas, que tenían todos estos “oficios” y estas condiciones humanas que para el pueblo de Israel de aquel entonces eran imagen del rechazo a Dios vivido en en el propio cuerpo , en la condición y estilo de vida.

Jesús se va a acercar a Zaqueo y si el evangelio de Lucas 19 lo destaca es porque cobra imnportancia para los cristianos de aquel entonces y para la vida de la Iglesia toda. Zaqueo es una imagen de lo peor de nosotros mismos, de aquello que nosotros imaginamos como lo peor o que los demas nos influyen, ahí esta el espiritu del mundo. Todo eso en lo que con la gracia de Dios vamos conociendo como algo que realmente nos duele y nos provoca rechazo, no es tan fácil, ni de un día para el otro.

Nos provocan rechazo aquellas cosas que apartan mal, que dan mala imagen, que nos golpean la culpa. Pero no necesariamente son las que Dios nos  pediría rechazar, por eso Ignacio nos hace pedir la gracia de concerla, internamente ¿cual es la verdadera llaga? ¿Qué en la imagen de Zaqueo puede reflejar algo que toca en lo hondo de mi corazón? Como deciamos con el pecado de David; uno podría decir adulterio, crimen, traición ¿Qué más que eso? Si embargo Dios le iba a mostrar con el profeta Natán que la cosa era su miserable opción “tenés todo y te fuíste a sacar lo unico que tenia tu vecino. Es como que Dios más que mostrarle un “pecado de catálogo de moral” le hubiera querido mostrar lo que verdaderamente es el corazón.

Aca tratariamos de buscar algo parecido: Dejame conocer Señor internamente de qué tengo que convertirme, dónde ponés especialemte tu palabra, tu dedo. Dónde vas a venir a visitar, qué aspectos de mi vida, hoy , en este tiempo, tengo que poner en manos de tu gracia no solo sanadora en el sentido psicologico que a veces le querenos poner, sino sanadora para convertirme en un hombre, una mujer nueva. Tendré esta miserias pero no las voy a seguir.


Pidieno esta gracia acerquemonos a la imagen, sin meternos tanto en los detalles que vamos a leer antes de Zaqueo. Nos quedemos con algunas imagenes que nos ayuden a profundizar ese conocimiento interno, esa petición de que Jesús nos muestre aquello de lo que tenemos que converrtirnos.

Una primer imagen, algo ya dijimos de Zaqueo, es Jericó. Es la ciudad en donde está Zaqueo y Jesús va. Entró en Jericó y atravesó la ciudad, significa que la recorrió. Jesús recorre mi vida, mi corazón como si fuera Jericó. Ciudad despreciable para los judíos, era la ciudad pagana, se resistía al pueblo de la Alianza. Jericó era la imagen de lo que se resiste, lo pagano, la que no se abre a la fe la que busca o insiste en seguir otras cosas. Jesús atraviesa mi vida como si fuera una ciudad. La ciudad de mi vida, habitada por muchas cosas es atravesada por Jesús que quiere llegar a donde esta ese señor Zaqueo. Va a buscar lo peor de mí, lo que a mí me parece lo peor de mí mismo.


Zaqueo, dice el Evangelio un detalle que nos puede ayudar, como era de baja estatura, a causa del gentío, no conseguía ver a Jesús, se subió a un sicomoro, un arbolito que le permitiera ver a Jesús. Esta imagen tan linda y destacada literariamente en el Evangelio por el evangelista, por algo la pone , porque va a algo más profundo: nos consideramos en muchas cosas de nuestras vida de baja estatura, poca cosa. Consideramos que no podemos por nosotros mismos si no nos subimos a algo, si no nos disfrazamos, si no nos ponemos caretas.

Zaqueo es la imagen de que esa tentación , que corrientemente brota de nosotros, puede llevarnos a cualqueir cosa. Puede ponernos en ese lugar desagradable de rechazo real para uno o para los otros. Zaqueo está ahí subido y probablemtente sea una imagen de su vida. Él se ha subido a un lugar de supuesto poder, de tener influencia sobre los demás, manejándoles la plata. Pero en realidad él  tiene baja estatura, se siente así. Corrientemente nuestras omnipotencias, las muchas que hoy en día utilizamos como recurso “Yo puedo, lo voy a hacer, lo voy a cambiar” y tanta otras que se nos van metiendo “Esto no es para tanto”, son la contracara de nuestras impotencias.


Zaqueo se ha subido a una omnipotencia porque se siente impotente. Manipular a los otros, sacarles algo, tratar de sacarles algo de su vida de la manera que sea, es un poder, sucio, de baja estatura. Y ese es el logro que a veces estas mentiras tienen en nosotros. Queremos ser omnipontentes y terminamos siendo igualmente de baja estatura.

Lo importante no es esto sino que Jesús llegó al sitio, alzó la vista, se puso a nuestro nivel, ese fantasioso que a veces tenemos, y dijo “Zaqueo baja pronto porque hoy tengo que hospedarme en tu casa” Tengo que ir a comer, a vivir en tu casa. La casa de un pecador, algo absolutamente prohibido, imposible para un judío creyente y practicante de ese tiempo. Quizas nosotros mismos tenemos estos rechazos, estas impurezas que no queremos contagiarnos de los que consideramos impuros.

Jesús va ir al fondo no solo de la ciudad de Jericó sino del corazón de Zaqueo, de nuestra casa interior, quiere hospedarse en mi casa, quiere comer conmigo, me invita a la comunión y si tenenos la posibilidad de ir a misa, sea cual sea nuestra comunión con Cristo, no es por un merito propio simepre es un regalo de Jesús al cual no debemos cerrarnos porque Jesús quiere estar en mi casa, quiere compartir mi mesa, quiere estar en comunión conmigo.

Todos murmuraban porque entraba a hospedarse en casa de un pecador. Hasta en eso se hizo hermano Jesús de Zaqueo , si hablaban mal de Zaqueo con razón, ahora van a hablar mal de Jesús porque se asocia a este petizo complicado, a este enano que tenemos todos adentro, con perdón de los de baja estatura, pero de baja estatura espiritual que es la que nos debe importar. Zaqueo se puso en pie, es decir se bajó del árbol y dijo “Mira Señor, la mitad de mis bienes se lo doy a los pobres,   a quien haya defraudaddo le daré cuatro veces más”. Este es otro Zaqueo, es un hombre nuevo que nos llama la atención, que nos parece casi ingenuo. No es esa baja estatura espiritual. Algunos dicen que a esto ya lo estaba haciendo Zaqueo o que lo estaba anunciando. Ustedes pueden decir  “Bueno yo algo de esto ya estaba haciendo”, el hecho es que el encuentro con Jesús el que me permite verlo, sentirlo, tomarlo casi como una alabanza a Dios, como una proclamación de fe.


Zaqueo proclama esta verdad de fe, esta confesión de un corazón que se renueva por una iniciativa de amor de Jesús que va hasta el fondo de la ciudad, del pecado, hasta el fondo del corazón perdido en su fantasías y miedos, que va y no tiene miedo de comulgar allí en donde yo me siento despreciado.

Todos van a hablar mal de Jesús. Cada vez que Jesús se acerca al fondo de mi corazón, cada vez que Jesús se codea con nosotros que somos todos pecadores provoca rechazo. Los que se sienten puros y defensores de su derecho y de su docrtina se escandalizan de un Dios que viene a comer con los pecadores. Se escandalizan no hablando de eso, haciendo de esto una especie de ritual, de conclusión lógica. El Dios de los seguros, de los que ven todo  es un dios sin amor, sin vida, no es el Dios de Jesucristo que nos muestra el amor del Padre, en sus gestos y en sus  actitudes.

Tenemos el peligro de ritualizar estos pasajes del Evangelio sin que nos toque el corazón. San Ignacio nos propone que se muevan nuestros afectos,  que pida mos que nos abramos que nos esforecemos a sentir repugnacia hacia algunas cosas y total apertura a la misericordia.

Si tu corazón se deja tocar por la ternura de Dios, ya se compromete con los demás,.Es dificil eludir los sentimientos hacia los demás y lo peor es que algunos lo hacen. Se olvidan de lo que fueron y son perdonados y se ponen rígidos con los demas para defenderse de sus propios sentimientos, para evitar los conflictos que esto les va a traer. Porque sentarse con los pecadores, animarse a la misericordia de Dios con los rechazados, dentro y fuera de la Iglesia, es una manera de ganarse críticas, broncas. Todo sirve para criticar y destruir, es lo más fácil. Algunos lo ven como una cosa de madurez “ser críticos” y en realidad es una etapa de la adolescencia que hay que pasarla , sacarle provecho pero dejarla porque ser críticos esta bien para salir de la niñez pero no para quedarse en ella.

De un brochazo es fácil destruir todo y sepultar los buenos intentos, los grandes comienzos. A pasado mucho en la Iglesia y probablemente seguirá pasando. Gracias a Dios el Papa Francisco pone el acento en estas iniciativas, animarse a embarrarse, a equivocarse, a todo lo que nos acerca a ese Dios que perdona siempre, que abre puertas.


“El Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo perdido “ termina este Evangelio. Viene a buscar y salvar lo perdido de tu vida, no tengas miedo de mostrarselo, de bajarte de los sicomoros o arbolitos a los que te subís en tu omnipotencia y dejar que Jesús atraviese tu vida, vaya a comer a tu casa, se siente y se sienta hospedado en tu mesa y en tu casa en donde Jesús quiere vivir.

Zaqueo empieza a ver de otra manera, no sabemos si cambió todo en su vida pero si empezó a hacer un camino, a ubicar las cosas. Ahora empieza a sentir que todo aquello era una farsa. Ahora puede darse a los otros, compartir. Convivirá mucho tiempo con sus debilidades, mezquindades pero ha encontrado un camino, una fuente nueva dentro de él, donde algo nuevo comenzó a surgir desde la visita de Jesús. Esa fuente no se pude inventar, ese manantial de vida no se puede descubrir así nomás, alguien tiene que romper la piedra que haga surgir el agua y este es Jesús. Con todas la mediaciones de los seres humanos que nos ayudamos unos a otros, pero es él el que conduce al pico que rompe la piedra y dejar que brote el agua. Nuestro trabajo será dejar que brote y darle curso conviviendo con nuestras miserias porque ya tenemos el hermano mayor nuestro que no tuvo miedo a sentarse ahi donde estan ellas, a convivir con lo peor de nosotros.

Ojalá la misericordia de Dios, con tu pedido constante  a Maria, a quien Ignacio invoca para que descubramos estas gracias y nos abramos al amor de Dios y nos recibamos unos a otros en ese amor, a ella le pedimos que nos acerque éstas gracias, conocerme y dejarme descubrir, dejarme rehabilitar en aquello que tal vez todavia no conozco pero que es lo profundamente miserable de mi.

Descubrir esos arbolitos a los que me subo. Descubrir cuanto pesa en mí la mirada de los otros, pesan, condicionan, descubrir todo esto para que Jesús sea lo más importante en su visita.  Visita que no tiene límites excepto uno, no se queda por quedarse a sostenerme, se va porque tiene que seguir el camino. Pero se ha quedado donde nadie venía, me ha vistado donde nadie quería hacerlo. A ese Jesús también le vas a pedir esa Gracia. Y  a Dios Padre vamos a pedirle que nos podamos sentir en estos gestos de Jesús abrazados, aceptados, contenidos pero tambien invitados a recorrer el ancho camino del horizonte de la vida.

Recemos unos por otros para que nuestros Zaqueos interiores descubran su mejor bondad y generosidad.


 

 

Resumen del ejercicio


+ Ponerme frente a la mirada de Dios


+ Pedir “conocimiento interno de mi pecado, aborrecimiento del mismo, dolor porque por mí va el Señor a la cruz”.


+ Siguiendo esta contemplación del mundo que nos rodea, en donde vivimos, vernos como en una especie de cárcel. En esa composición de lugar, nos vamos a poner delante de Dios y vamos a ver nuestra propia vida. ¿Por qué pecados tengo que pedir perdón?


+ Rezar con el texto de Zaqueo (Lc 19, 1 – 10)

                                                                           

Padre Fernando Cervera sj

 

Oleada Joven