Mi Dios tan pequeño

domingo, 6 de abril de
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“Cuando abras tus ojos mi Dios tan pequeño verás que es muy poco lo que traigo y poseo, por darte otro trono donde nazca tu reino.” Javier Albisu

Un bebé que duerme, un bebé que es Dios llega a nuestra vida indefenso y tierno, lleno de ternura. Y lo hace para poder entrar en nuestros corazones, en nuestros duros corazones. Y así nos encuentra en plena pobreza, sin poder regalarle grandes cosas; pero nos hace saber que con eso le basta. Le basta con que cada año escuchemos a nuestro ángely que él nos guíe hasta el pesebre y lo encontremos allí envuelto en pañales. 


Y así, en Belén ocurre el milagro más grande de todos, y a ese milagro le sobran palabras, nada más puede explicar el inmenso amor que se hace pequeño y débil para que lo puedas tener en tus brazos, para que lo puedas abrazar. 


Un Dios que no tiene lugar para nacer; pero Él encuentra lugar en nuestras miserias y las llena con todo su amor. ¿Qué gran misterio hay detrás de un niño envuelto en pañales? ¿Cómo puede ser que ese niño que no sabía hablar fuera la Palabra? ¿Cómo puede ser que sea el Camino alguien que no sepa caminar? 


Y lo único que se encuentra como respuesta es la gran locura de amor, que nos hace saber que “cada niño al nacer nos trae el mensaje de que Dios no perdió la esperanza en los hombres” como dice Rabindranath Tagore; y eso es lo que lo hace a Dios feliz, y nos regala su alegría por medio de un niño con una feliz navidad.

Fer Gigliotti