Reflexión de un preso sobre las tentaciones de Jesús en el desierto en el Evangelio de San Mateo. Este señor pertenece a la capellanía que los padres dominicos llevan en una cárcel de Francia. Y dice así:
“Jesús tú no estás sobre lo alto de un monte sino en lo alto de nuestra cárcel. El diablo está entre nuestros muros. Señor, no nos dejes desfallecer, ilumínanos y sálvanos de esta vida descabellada. Yo estoy a tu lado junto a la cruz, yo quiero ser como este bandido arrepentido que en el último minuto dice: “Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios” y tú le dices: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Que yo sea como él, te confieso. Haré todo lo posible para no decepcionarte. Ahora he comprendido, tengo un lugar en mi corazón para Dios, porque sé que Dios tiene un lugar en el suyo para mí.
Pero en realidad ya estoy en el paraíso, porque tengo una hija y al saber que yo rezaba, ella ha empezado también a rezar. Desde entonces los dos estamos en el mismo camino. Gracias, Dios mío por haberle dado de nuevo la fe. Allí arriba en la montaña, Jesús sólo, a su lado Satán preguntándose: ¿querrá saltar, se va romper la nariz? ¿Va ha tener éxito su propuesta? Creo que el diablo ya está suspirando porque no va a lograr lo que quiere, va a fracasar. Y su fracaso va a ser mi éxito. Jesús venció la tentación. Yo caí en sus brazos. Pero ahora gracias a Jesús he vencido y estoy en sus brazos. Venid también vosotros entre sus brazos y que nadie os pueda arrebatar de ellos”.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Fuente: Periodista Digital