El agua nueva de Cristo – Reflexión de Pascua

domingo, 20 de abril de
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¡Esta Pascua la disfruté de la mano de Radio María en su retiro, en el cual estuvimos 3 días compartiendo con un grupo hermoso de personas de todas las edades!

En el último día, tuvimos que compartir testimonio, y yo comparto esta pequeña reflexión, que surgió de una charla con Jesús y de mi imaginación y vuelos de costumbre por medio de la naturaleza…

Domingo 20 de Abril

“El agua nueva de Cristo”

Jesús resucitó, y entre tantas caricias al alma, Él me ayudó a reflexionarlo así, y lo comparto…

El árbol en otoño, y sus hojas cayendo, me hacen reflexionar sobre todos los dones y virtudes que de a poco nos vamos olvidando que tenemos, y que Jesús nos regaló pensando especialmente en cada uno. 
Mientras las hojas caen (épocas de aridez, de desierto, de lejanía con Él), continuamos nuestra vida sin percatarnos realmente de la pérdida de cada una de esas pequeñas características que nos dan nuestra identidad única.

Cristo, llega a nuestra vida como agua, agua de vida nueva, que significa una nueva estación en nuestra vida, y de a poco, con su cuerpo, y como agua renovadora, es alimento para nuestra alma; Así, cada pequeña virtud, y acierto vuelve a renacer y a hacerse visible para cada uno. Es necesaria esa caída de hojas para que en cada riego, el tronco y la tierra se fortalezcan MÁS y MÁS.
Confiarnos en que esas hojas quedarán ahí, con un solo riego, hace que el descuido acabe con las verdes hojas y flores que habían nacido, y las va tiñendo de colores más apagados, hasta caer al suelo.

Cada riego es imprescindible, irreemplazable, cada florecimiento es NUEVO, y cada renacer con Jesús, nos invita a crecer en diferentes aspectos de nuestra vida.
Los “Riegos de Jesús” son importantes para nuestra vida espiritual, riegos individuales, en comunidad, todos y cada uno, influyen en la alegría de nuestra alma y en nuestro sostenimiento como Cristianos y nuestro obrar como tales.

“En el ocaso de nuestras vidas seremos juzgados en el amor.“- San Juan de la Cruz

Feliz pascua para cada uno, alégrense porque Jesús resucitó, pero también alégrense porque con él cada uno de ustedes resucitó con Él. 
¡Sean Sal y Luz del mundo y “llevemos la fe hasta los confines de la tierra”! Sonrisa


 

Juliana Rivarola