Convocados a Galilea

domingo, 27 de abril de
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Lo mismo que a las mujeres que fueron al sepulcro al amanecer, la Pascua nos desborda con su absoluta novedad. Hemos madrugado pero el sol se nos ha anticipado; nos preguntábamos cómo moveríamos una piedra tan grande y la piedra está ya corrida; llevábamos perfumes para embalsamar un cadáver, pero la tumba está vacía; buscábamos a un Crucificado y nos anuncian a un Viviente. Los lugares cerrados se han convertido en un espacio abierto que debemos abandonar y no volver a rondar nunca más: es en Galilea donde él nos precede.

La misión que se nos confía no está condicionada por situaciones, edades o procedencias: recibimos un torrente de esperanza que sumerge cualquier nostalgia por las pérdidas y cualquier añoranza de tiempos y lugares ya pasados: estamos ante un acontecimiento nuevo e inesperado que sobrepasaba todas nuestras capacidades. Discípulos y seguidores del Señor resucitado, escuchamos el mismo anuncio que otros recibieron antes que nosotros: “Jesús el crucificado, ha sido puesto en pie y nos precede en Galilea”.

Estamos en el primer día de la semana y ante nosotros se abre un camino nuevo. Vamos a recorrerlo sin miedo, conscientes de nuestra fragilidad y de la desproporción entre las fuerzas de que disponemos y nuestro de llevar a otros la luz que hemos recibido en la Vigilia pascual. El Evangelio nos anuncia la buena noticia: el Viviente sale a nuestro encuentro, nos inunda con su alegría, nos envía a consolar a su pueblo, va siempre delante de nosotros. Galilea es la encrucijada de todos nuestros caminos.

 

 

Fuente: rscj.es Autor: Dolores Aleixandre srcj