Evangelio según San Lucas 1,57-66.80

martes, 24 de junio de
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Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.

A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”. Ellos le decían: “No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”.

Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: “Su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.


Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con él.

El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.


Palabra de Dios




 


Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno

 

Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos el nacimiento de San Juan el bautista, una fiesta litúrgica realmente muy importante, Juan el bautista junto a San José, junto con San Pedro y San Pablo son, aquellas figuras que tienen 2 celebraciones en la liturgia de la Iglesia.


Que alegría provoco el nacimiento de San Juan, ya aún antes de comenzar a desarrollar su misión, desde el mismo momento de su nacimiento, la vida de Juan Bautista estuvo acompañada de signos que llevaron a su contemporáneo a preguntarse por la presencia de Dios.


Este Santo, fue recibido por su familia con el nombre de Juan y ya cuando era adulto su actividad profética lo llevo a predicar un bautismo como signo de salvación y por eso fue conocido como Juan, el bautista, el precursor del Señor, el que predico la conversión y el perdón de los pecados, el que con su vida dijo y cumplió que Jesús es el cordero de Dios, que a el, Juan el Bautista, no se le da dignidad de desatar las correas de su sandalias, sino que, es a Él al que tienen que seguir. Es un llamado a que seamos siempre puentes, puentes entre Dios y los hombres, puentes entre Dios y los demás, puentes de la reconciliación y la paz. Puentes del perdón, eso es el cristiano.


El evangelio de hoy se nos muestra entonces el nacimiento de Juan Bautista, ¿Qué llegara a hacer este niño? porque la mano del Señor estaba con el.


El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.


Juan significa, ese nombre, Dios concede una gracia. Realmente es una gracia muy grande contar con profetas que anuncien la palabra de Dios y que nos exhorten a todos a estar más cerca de Él.


También nosotros estamos llamados a ser profetas, por el bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes.


El profeta no es aquel que vislumbra, anuncia o ve el futuro, el profeta es aquel que descubre la realidad, mira la historia, sabe ver los signos de los tiempos y parado desde Dios sabe entonces emitir un juicio verdadero, decir una palabra iluminadora desde la palabra y la voluntad de Dios sobre la realidad misma, ese es el profeta, por eso muchos profetas han dado la vida por el anuncio, por decir la verdad.


Los profetas como Jesús pero también como Juan Bautista y tantos otros, no murieron matando, murieron dando la vida, murieron entregando la vida y también nosotros en lo cotidiano queridos hermanas y hermanos podamos preguntarle a Dios que quiere de nosotros para ser coherentes con nuestro bautismo, con las enseñanzas del evangelio y con lo que la Iglesia de un modo particular en este tiempo a través del Papa Francisco nos esta pidiendo, ciertamente que abramos grande el corazón a tanta y tanta gente que esta en búsqueda y quiere que con testimonio e irradiación le anunciemos a Jesucristo, para que se formen comunidades orantes, fraternas y misioneras y entonces comunidades proféticas puedan ser signos y luz de que el Señor esta vivo y presente en medio de nosotros.


Que el Señor los bendiga y les de la gracias que mas necesiten.

 

 

Oleada Joven