Evangelio según San Mateo 8,23-27

lunes, 30 de junio de
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Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía.


Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!”. El les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.

Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.


Palabra de Dios




Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno

 

 

 

Queridos hermanos y hermanas, el evangelio de hoy tomado de el evangelista San Mateo 8, 23-27 nos habla de la tempestad calmada.


Bien sabemos que el dominio de Jesús sobre el mar simboliza su triunfo sobre el mal porque el mar era considerado antiguamente como la sede del caos y también de las fuerzas del demonio, esto tiene una explicación muy grande y una aplicación enorme para todos nosotros que constantemente estamos viviendo tempestades a veces a nivel personal, situaciones muy difíciles, a veces también a nivel familiar, a nivel de cada comunidad y a nivel de sociedad. El evangelio de hoy termina con: “¿Quien es ese, que hasta el mar y el viento obedecen?”


Las palabras de Jesús: “Por que tienen miedo, hombres de poca Fe” y luego el increpa al mar y sobreviene una gran calma, es un llamado a pedir la presencia del Señor, a pedir su Palabra y también a recibir sus sacramentos en todos los momentos de la vida particularmente en aquellas situaciones y circunstancias que nos es difícil manejar, nos es difícil darles un sentido o que tengan una orientación, siempre el Señor pasa y cuando pasa calma.


Dejemos que pase el Señor por nuestra vida, muchas veces estamos sordos a la presencia de Dios, a la presencia de Jesús, porque esta en nuestro corazón, nuestra mente, nuestros sentidos, cargados de muchísimas situaciones que quizás no sean malas en sí mismas pero que nos ocupan demasiado la mente y el corazón y no dan cabida a Dios.


Aquí, los apóstoles, en la desesperación subieron a esa idea fundamental de que el Señor no falla y entonces le dicen: “Sálvanos Señor que nos hundimos” y ahí es cuando El, un poquito nos recrimina y otro poquito les da esperanza: “No tengan miedo, hombres de poca Fe”


Que también cada uno de nosotros podamos experimentar el paso del Señor en nuestras vidas y dejar que muchísimas veces la Fe supere no solo nuestra incredulidad, sino también nuestra situaciones de perdida del sentido de la vida, de angustia, de no saber para que lado disparar, el Señor esta y calma las tempestades, tengamos confianza y sepamos que su presencia siempre calma, pero no es, una calma como que…es pasajera, es una calma definitiva. Cuando Él está en nuestras vidas vivo y presente cobra otra orientación nuestra existencia y podemos mirar el presente, el futuro, con esperanza, con entusiasmo, con alegría.


Que el Señor los bendiga y los proteja, y que en este día podamos pensar, que tempestades son las que hay en nuestras vidas y por las cuales el Señor tiene que pasar y calmar.

 

Oleada Joven