“Servir la comida a la gente me hace más feliz que jugar”

jueves, 31 de julio de

La generosidad no entiende de edad y he aquí un claro ejemplo de ello. Axel, un niño salteño de Orán de tan solo 9 años pidió a sus padres que para su cumpleaños número 9 le dieran la oportunidad de crear un comedor para alimentar a los que menos tienen.


El niño va a cuarto grado, es muy buen alumno y fue elegido mejor compañero por sus pares. En marzo, mientras se acercaba la fecha de su cumpleaños, la cruda realidad del hambre le golpeó el corazón. Sus padres tienen un negocio de comida y a diario veía como muchas personas se acercaban a pedir al menos un pedazo de pan.


Axel no miró para otro lado sino que decidió hacer algo al respecto. Fue entonces cuando la tarde del 5 de marzo hizo un pedido muy especial a sus padres Kelo y Marcia: que lo ayudaran a organizar un comedor en su propia casa como regalo de cumpleaños, para tratar de aliviar las carencias de tantas familias.

 

“Le preguntamos qué quería para su cumpleaños número 9 y su repuesta nos sorprendió” dijo su orgulloso papa. Junto a Marcia no dudaron en cumplirle el sueño solo con la condición de que el pequeño se pusiera al frente del proyecto.



Kelo y Marcia son conocidos por su trabajo y amabilidad, pero sobre todo por su generosidad. No sorprende que de tal palo haya salido tal astilla. Y esta hermosa familia ha logrado ser un puente directo entre quienes precisan la ayuda y los que pueden dársela, sin estructura burocrática o mediadores innecesarios.


Desde el 5 de marzo, todas las tardes, pasadas las 19, de lunes a viernes se puede ver una larga fila en la puerta del negocio. Son alrededor de 100 personas entre niños y adultos que se acercan con un recipiente para que Axel les sirva la vianda para la cena: “yo quiero que duerman con la panza calentita” explica este generoso niño.


“Servir la comida a la gente me hace más feliz que jugar” cuenta Axel. “Estamos muy orgullosos de nuestro hijo, es un niño muy alegre y sensible, valora cada cosa que hacemos por él, nos ve trabajar a diario a veces casi sin descanso, sin embargo nos enseña que no todo está perdido que se puede ayudar cuando uno no se ata a lo material ”, afirman sus padres.


Kelo sabe que la única forma de cambiar el mundo es trabajar con personas ilusionadas y Axel está convencido de que otra realidad es posible. Por ello sus padres apostaron a este trabajo solidario donde lo acompañan desde lo económico hasta con la preparación de las viandas.



Fuente: El Buen Diario

 

Oleada Joven