Recuerda, Señor, que soy creatura tuya,
recuerda que Tú me has suscitado a la vida.
Yo no existía y Tú me has pensado: y Tú me has llamado de la nada y me has concedido este don de responder : yo soy.
Tú has guiado con secreta providencia el camino de mi existencia, Tú has dispuesto las etapas de mi camino.
De lejos me has llamado para que yo te respondiese cerca. Y he aquí que existo, criatura de tus manos, arcilla deforme e imagen de tu rostro.
Recompone en mí tus facciones, Señor, no me juzgues si las he olvidado.
Yo soy frágil en tus manos poderosas mi flaqueza es señal de tu dominio, pero tus manos son piadososas
son piadosas hasta cuando nos oprimen, tus manos sujetan y sostienen, tus manos castigan y vivifican. Yo abandonaré en ellas mi vida, el don que Tú me has hecho yo te lo encomendaré; donde nada se pierde, perderé mi ser: en Ti, Señor,
principio y fin mío.
(De Pablo VI;oración sacada de un cuaderno inédito de 1935)