El voluntariado es cosa del corazón

viernes, 15 de agosto de
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En el marco del Megafestival “Cantamos por el deporte”, el Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita cordobés, reflexionó en torno a que nos anime a aquello que nos ha reunido: preparar el corazón para el voluntariado.


“Voy a comenzar con unas palabras del Papa Francisco: Tenemos una convicción, no podemos dejar las cosas así como están. Es necesario transformar la realidad nacional en historia de salvación lo cual es una empresa de fuertes, de magnánimos, de soñadores, de ejecutivos y de decididos. (…) Muchos compañeros nuestros viven en este mundo como heridos de la desesperanza por el aguión de la desilución que se ha clavado en el corazón. La sombra del tedio del vacío y del desencanto han dejado huellas en jóvenes vidas que deberían ser ilusión y promesas. Jóvenes cansados y muchas veces aburridos de la vida antes de empezarla a vivir; jóvenes que están de vuelta sin haber llegado a ninguna parte; jóvenes biológicamente juveniles pero espiritualmente envejecidos, frágiles de voluntad, pigmeos de ideales y sin garantías de futuro.


Jóvenes ayuden a sus amigos y a aquellos a los que les toca servir, a salir de la cárcel de la indiferencia y de la desesperanza, ayuden a resucitar en otros jóvenes la ilusión por la vida. Y éste es el desafío del voluntariado bajo la forma que sea el servicio que nos toque. El voluntariado es cosa del corazón y exige meter el corazón sin reservas, aún a precio muchas veces de dejar girones del alma en el intento. (…) Sabe que el brindarse a otro no puede ser un hobbi ni una actividad para llenar espacios libres, sino que el entregarse se vuelve un modo de vida, una opción en donde quedan muchas cosas sacrificadas. El voluntario sabe que el otro, como decía Hurtado, es Cristo.


(…)En fin habrá que convencerse que es tiempo de salir a la calle a ponernos en camino hacia los otros, de salir de la sacristía y de los salones vip, decía el Papa. De ir a la gente a llevar una palabra de aliento, a escuchar, a consolar, a acompañar, a tender manos… éste es el desafío. Es tiempo de salir de sí mismos, de dejar de preguntar obsesivamente quién soy para pasar a preguntar qué podemos hacer por los demás. Es tiempo de dejarnos decir por el Señor “te necesito”, para ser puente de unión de tu casa; “te necesito” para mostrar que el mal puede ser vencido, “te necesito” para suavizar las penurias, para poner un poco de fresco en las heridas…. “te necesito” para que ejerzas tu profesión en zonas olvidadas.

 

 

 

 

¡Vamos mar adentro!

 

Vamos mar adentro en la cercanía con el Señor, mar adentro de tu propio corazón, mar adentro en tus vínculos afectivos, mar adentro en tus compromisos asumidos… ¡Vamos mar adentro! dejate de orillar la vida, los compromisos, dejate de orillar los corazones de la gente. Rompé las amarras, empujá la barca y que la conduzca el Señor. Entrega le el timón.


Extendé las alas, busca altura. Alas para no perderte en el horizonte chato de la mediocridad. Altura, para que cada vuelo resulte una fiesta y un desafío. Alas para buscar las cimas, cimas no para mirar a mis hermanos desde arriba, sino para no mirarme a mi mismo desde abajo. Ala como signo visible que de testimonio que hemos tomado en serio el oficio de vivir.


Martín Descalzo decía que la peor obra es la que nunca empezamos y la mejor es la que vamos a soñar mañana. Asique, les digo con Mario Benedetti “no te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo”.

 

 

Padre Ángel Rossi sj

 

 

Oleada Joven