Estamos habitados de nombres… Comprender que nuestro nombre está habitado por otros, es romper con una soledad que no es real al damos cuenta que nuestra vida se hace certeza desde la presencia de quienes van nombrándonos en camino.
Vamos construyendo nuestra identidad a partir del ejercicio amoroso de ser nombrados, es al pronunciarnos en el amor y a partir de el donde miles de rostros comienzan a darle sentido al camino.
Nombres que se vuelven trama, que se nos hacen vida, nombres que nos van develando con el paso del tiempo la presencia concreta y encarnada de un Dios que teje nuestra historia en encuentros.
Me nombro Dios y te nombro, me nombro y dejo la puerta abierta a todos los nombres que a la largo de mi vida me han nombrado y me nombran… vuelvo a pronunciarme y allí no me encuentro sólo…y la emoción me impulsa hacia adelante. En el amor me nombras tu Señor y mi vida se recrea…
Me nombras sabiendo que no hay criatura igual a otra…me nombras a través de mis hermanos, anunciándome la certeza de tu presencia… En mi te nombro y en mi te nombras… nos nombramos y en el amor nos hacemos uno sólo.
Cecilia Oliva