Echa las redes…

viernes, 26 de septiembre de
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En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.

Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.

Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes».

Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.

Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

 

Lc 5, 1-11

 

 

 

Señor Jesús te pedimos que nos muestres en qué lugares de nuestra vida, hoy, “te bajamos de nuestra barca” y nos olvidamos de tu presencia, cerramos nuestros oídos a tu Palabra.

 

Gracias por subirte a nuestra barca, por alejarnos de la orilla, que muchas veces es sequía y confusió. Gracias por tu presencia sencilla y misterios, por tener tu mirada amorosa puesta en cada uno de nosotros, por tu cercanía, por no dejar de hablarnos al corazón, por usar nuestra barca como instrumento para darte a los demás aun en esos momentos en los que no podemos escuchar ni ver.

 

Que tus palabras resuenen en nuestro corazón. ”Navega mar adentro, y echen las redes” Tus palabras que son alimento nos fortalezcan para animarnos a la lanzarnos a la inmensidad del mar porque vos estás con nosotros, tus palabras que son luz iluminen nuestros sentidos para poder discernir hacia donde tenemos que lanzar las redes; tus palabras que son vida nos habiten para gustar de esa vida en abundancia que nos regalas cuando respondemos a tu invitación de salir de la orilla.

 

Queremos responderte como Simón con sinceridad y confianza, la sinceridad del corazón que te comparte todo lo que ya hemos trabajado; y la confianza en que es tu presencia, tu Palabra, la que todo lo transforma, la que planifica lo que somos y lo que hacemos.

 


 

Es tu vida en nuestra vida la que hace el milagro, es la vida en abundancia la que no podemos guardar para nosotros, la que nos desborda, la que nos impulsa a compartir, a reconocer al otro como hermano y hacerlo parte de tu gran amor.

 

Liberanos del miedo de la sobreabundancia, liberanos del miedo de lanzarnos confiadamente en tus brazos, liberanos del miedo de no ser capaces de hacerlo, liberanos del miedo de soñar tus sueños, liberanos del miedo de jugarnos por vos, liberanos del miedo a dejarnos amar, liberanos del miedo a abandonar nuestras seguridades.

 

Sos vos Jesús quien nos llama por nuestro nombre, somos tu sueño amado desde la eternidad, nadie como vos quiere nuestra plenitud, vos te jugaste entero por cada uno.

Por el milagro de nuestras vidas, te alabamos; porque nos liberas de los miedos, te alabamos; por tu presencia, te alabamos; por tu mirada, te alabamos; por tus promesas, te alabamos; por tu amor te alabamos; por tu Palabra, te alabamos.

 

 

 

Oleada Joven