Oleada Joven – Evangelio según San Lucas 14, 1-6

viernes, 30 de octubre de

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.

Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: “¿Está permitido curar en sábado o no?”. Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió.

Y volviéndose hacia ellos, les dijo: “Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?”.

A esto no pudieron responder nada.

Palabra de Dios

P. Matías Jurado Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

Todavía me sigue llamando la atención cuando, en el confesionario, algunas personas piensan que lo que está bien y lo que está mal sólo pasa por los 10 mandamientos (escritos, de paso, siglos antes de Jesús). Como si Jesús no hubiera aportado ninguna novedad.

Que lindo, en cambio, la libertad con la que se mueve Jesús. Y qué contraste con los fariseos, que estaban espiando a los demás para ver cómo actuaban.
En este pasaje Jesús vuelve a mostrarnos que no se guía exclusivamente por un conjunto de normas y reglas para vivir: deja que el amor desinteresado, sano y sanante por los demás lo mueva. Y no sólo eso: desea que esos que lo miraban mal entiendan que Dios nos pide eso. Que, por otra parte, y con mucho sentido común, también ellos hacían en su vida cotidiana con sus seres más queridos y cercanos.

Las reglas nos sirven como guía, como límite, y no como meta. Son lo mínimo, no lo máximo.

T también, es verdad, es mucho más incómodo para uno e incomodante para los demás el vivir de acuerdo a un amor que me mueve, que me quema el corazón, en lugar de cumplir esa serie de reglas pre establecidas.

– ¿Qué me mueve, hoy, en mi actuar? ¿Es el amor a él o el temor a salirme de sus reglas y de las de los hombres?

Fuente: Radio Maria Argentina