Los ángeles nos revelan nuestra verdadera identidad, con la belleza con la que fuimos creados por Dios y sacan a la luz lo más hermoso que hay en nosotros, nuestra verdadera identidad. Por eso hoy le pedimos que intervengan para que den lugar a eso, lo más bello que Dios puso dentro de nosotros.
Es tiempo de novedades en la propia vida, así como uno se sorprende de las cosas buenas que hay en uno. Las cosas buenas que hay en el corazón y como Dios nos lo va revelando en este tiempo. Hoy pedimos que nos permitan encontrar con lo más genuíno y saludable que hay en nosotros para poder compartirlo con los demás.
Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
El arcángel Miguel aparece en el libro de Daniel, en la carta del apóstol San Judas Tadeo y en el Apocalípsis. Él defiende la causa de la unidad de Dios frente al enemigo que intenta constantemente hacer creer a los hombres que deben hacer desaparecer a Dios. Esta perspectiva del mal que busca apartarnos de Dios, interviene el arcángel Miguel para protegernos, poniéndonos en sintonía con nuestra condición de hijos. El demonio también hace que nos acusemos entre nosotros. Mientras buscar apartarnos, el ángel nos defiende mostrándonos la verdad. La otra función es la protección del pueblo de Dios, y nos ayuda a encontrar la alegría de la fe, el discernimiento a recibir el bien y rechazar el mal.
Al arcángel Gabriel lo encontramos en el relato de la encarnación de Dios. Él es quien lalma a la puerta de María, y a través de él, Dios mismo pide a María dar su carne humana al Hijo de Dios. Por eso hoy queremos que nos visite, porque queremos abrirle la puerta a lo mejor que Dios pensó para nosotros. El Señor llama a la puerta, “mira estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y me abre a la puerta, cenaré con él y él conmigo”. El Señor quiere entrar, le abramos la puerta y dejemos que nos muestre lo mejor que hay en nosotros mismos.
Rafael, significa “Medicina de Dios”. Aparece en el libro de Tobías, y tiene encomendada la misión de velar y curar. Cuando Jesús envía sus discípulos a la misión, además de anunciar el evangelio, les encomienda la tarea de curar. Como el Buen Samaritano, que se convierte sin palabras en testigo del amor de Dios. Ese hombre herido, dejado a la vera del camino, estigmatizado por alguna pena y dolor, somos cada uno de nosotros. Con este arcángel anunciamos el evangelio de la sanidad a quien invocamos para que nos cure y nos haga heridos, sanados y llamados a sanar.
Extracto de catequesis del Padre Javier Soteras