Hay un silencio necesario para procesar la vida.
Un silencio que es escucha. O espera.
Un silencio que es búsqueda. Y preguntas.
A veces uno necesita ese tiempo.
Sin saber muy bien si será mucho o poco.
Silencio.
Como andar por la ciudad desierta de madrugada.
Como una jornada del camino en que vas
solo -aunque nunca vas solo-.
Como el sosiego que se va adueñando
de ti cuando nadas, y las preocupaciones
se disipan poco a poco hasta quedar tan solo el movimiento,
regular, constante, tranquilizador.
Como la serenidad tras mirar el fuego y
quedar atrapado por su baile.
Y luego, hasta en ese silencio puedes oír.
Pero primero, silencio. Ahora.
José María Rodríguez Olaizola