Octubre 24

miércoles, 5 de noviembre de
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Es verdad que lo que más me interesa es lo que llevamos dentro y no la apariencia, los éxitos, los aplausos. Pero también es cierto que la belleza interior, si es verdadera, se manifiesta, se comunica, se transmite, se expresa en gestos, en palabras, en actitudes que hacen bien a los demás.
No podemos engañarnos diciendo que somos buenos y bellos por dentro, si los demás sólo perciben egoísmo, comodidad, orgullo. La vida interior puede engañarnos mucho y, a veces, creemos que somos generosos sólo porque tenemos sentimientos de compasión, pero somos incapaces de dedicar tiempo y cariño a los demás. O decimos que somos humildes, pero estamos siempre hablando de nosotros mismos o cuidando la imagen.
Por eso, al mismo tiempo que uno trata de cultivar su vida interior, es indispensable que intente expresar los cambios internos en toda forma de vivir, en una manera nueva de tratar a los demás, de servir, de dialogar, de dar. Sólo así sabrá que realmente algo ha cambiado en su interior.
Mons. Víctor Manuel Fernández

 

Patricia Liendro