Temprano venia caminando,
encontrandome ya con un dia
donde me invitabas a regalar silencio,
comprension y no Juzgar.
Te buscaba para no dar rienda a mi pensar,
y crucé por el templo, no dudé en entrar.
Ahí estabas, esperándome en el silencio,
unas velas te rodeaban y me invitaban a recibir tu luz.
De rodillas solo te miré,
y uniéndome a la oración que te recitaban mis hermanos,
a Maria me confié.
Me sorprendio verte cara a cara en el sagrario
y el detalle de la puerta del sagrario abierta.
Tal vez así me invitabas a vivir el día
abriendo la puerta del corazon a escucharte,
abriendo la puerta del corazon a darle tiempo a mi hermano,
a llevarte a ti en las palabras y saber que en el sagrario me podria refugiar.
Pues me conoces y bien decia Agustin,
“Para ti nos hiciste e inquieto estará nuestro corazón
hasta que descanse en vos”