Anunciar que está Vivo

miércoles, 23 de abril de
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Sé que buscan a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho. Vengan a ver el sitio donde yacía y vayan a prisa a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y delante de ustedes a Galilea, allí lo verán” 

Mt 28, 5-7


Nos dirigimos en triste peregrinación hacia una tumba. Y aquí, alguien nos confía un encargo. “Lleva esta noticia a los amigos, a los conocidos, a todos los que encuentres”.

¿Qué clase de noticia se puede llevar a la vuelta de un cementerio? Se imagina fácilmente…

Sin embargo, de aquel sepulcro se parte para entregar una participación de vida…

Él había lanzado un desafío a la muerte: “Muerte, seré tu muerte. Muerte, seré tu victoria”. Por eso, ahora, el sepulcro está vacío.

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado…” (Lc 24, 5-6).


Y su resurrección es una cuestión de vida para todos nosotros. También nosotros estamos vivos gracias al viviente.

Entonces, ¿nuestro anuncio es de verdad un anuncio de vida?

Quizá algunas veces nos encontramos más a gusto donde está el dolor que donde estalla la alegría. Pensamos, instintivamente, que nuestro puesto está mejor cerca de una tumba que alrededor de una mesa donde se celebra la vida.

Y, sin embargo, Jesús, si bien no ha faltado a la cita con el dolor (pensemos en las lágrimas sobre el sepulcro del amigo, en su conmoción ante el ataúd del hijo de la viuda de Naim) tampoco ha desdeñado la alegría ruidosa de un banquete de bodas, mereciéndose hasta el apodo de “comilón y borracho” (Mt 11, 19).


Dios está en el centro de la vida, no en sus márgenes.

Así pues, ¿estás dispuesto a comunicar esta noticia de vida?

Pero, ten en cuenta que sólo una persona viva – esto es, que vive en plenitud – es capaz de de anunciar al viviente.

San Ireneo tiene una frase estupenda: “Gloria Dei vivens homo”, la gloria de Dios es el hombre viviente. L. Boros la traduce libremente así: “A Dios quien más le honra es el hombre más lleno de vida y con más ganas de vivir”.


Él ha dado precisamente la vida para que nosotros pudiésemos tener el gusto de la vida. Para que fuésemos los “celebrantes” de la vida.

 

Autor: Alessandro Pronzato

 

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