¿Y quién nos ama más que Jesús?

viernes, 27 de junio de
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Queridas hermanas y hermanos, queridísimos jóvenes, hoy celebramos  la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.


Nosotros cuando escuchamos hablar del Sagrado Corazón de Jesús podemos tener dos reacciones: una, pensar en algo dulzón… un Jesús afeminado como algunas imágenes también históricamente nos lo han presentado, y la otra, dirigirnos directamente a la persona de Jesús que ama. Ésto es el sentido de la fiesta del Sagrado Corazón. Es el mismo Jesús que ama hasta dar la vida, por eso ese corazón traspasado, ese signo más grande y más profundo del amor de Cristo, nos amó hasta el extremo no solamente hasta dar la vida sino hasta permitir que alguien le habra el corazón de donde salió sangre y agua, de donde nació la Iglesia, nacieron los sacramentos, nació esta vida nueva.


Pero no fue un momento solo en la vida de Jesús sino toda la vida fue un pasar haciendo el bien, así lo decía San Pedro: “Jesús pasó haciendo el bien porque amó a todos, sin excluir a nadie. Tuvo a alguien preferido, indudablemente -que fueron los pobres, los marginados, los que más sufren, los niños- su corazón es como el de un padre o una madre que tiene un hijo enfermo a él dirigen de una manera prioritaria, sin exluir a los otros hijos, a él le dirigen su amor preferencial. Por eso es preferencial y no excluyente, un amor misericordioso hacia los pobres, los enfermos, pero también y sobre todo hacia los pecadores; un corazón abierto para poder recibir a todos, para amar a todos y para ayudar a todos a tener un sentido en la vida.



Y hoy en día yo me pregunto ¿cuántos jóvenes necesitan tener esta experiencia del amor?, que no han encontrado plenamente el sentido de sus vidas, que están en una búsqueda, una búsqueda sincera, serena; otro caso puede ser que no saben qué buscar ni dónde buscarlo. Pero en la medida en que se acercan a Jesús descubren este corazón que ama, este corazón que quiere hacerlos felices, en primer lugar, ayudándoles a dar sentido a su existencia y allí empiezan a encontrar la felicidad.


No está en las cosas, sino sobre todo en el encuentro con alguien que ama ¿y quién nos ama más que Jesús?. Por eso es hermoso encontrar la experiencia de muchos jóvenes que dicen: “yo desde ese momento en que me encontré con el amor de Cristo no quiero dejarlo más”, porque justamente el amor de Cristo nos ama, nos ama perdonándonos, acompañándonos, aconsejándonos, sintiéndonos amigos suyos por eso nos ha llamado amigos. Y a su vez, en el encuentro con alguien que ama encontramos también el sentido de la vida, por eso es importante ver al jóven que está buscando el sentido de su existencia también en un encuentro profundo y vocacional, ¿dónde me llama Jesús? ¿que quiere de mí? ¿donde quiere ubicar mi vida dentro de su proyecto de amor?. 

Es bueno pensar y preguntarse ¿yo estoy dejandome amar por Jesús? ¿estoy ayudando a Jesús para construir su Reino? ¿estoy dispuesto a darle una mano -diríamos- para que su mensaje llegue a todos?.(…)


Ojalá todos encontremos en Jesús, en este corazón traspasado lleno de amor, el sentido de nuestras vidas y le demos una respuesta nosotros también de amor al que nos amó tanto.



Extraído de una reflexión de Monseñor Palentini

 

 

Oleada Joven