Esperar con María

viernes, 12 de diciembre de
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“En la espera de María no hay temor.

Y no lo hay, porque su corazón escuchó:

«No temas, María, Dios te concede su favor».

No temas, no faltes a la cita de Dios.

Espera, ábrete… Ábrete al que viene

llamando con su voz.

No viene como intruso, viene por la puerta,

como tu buen pastor. Abrir, no es decirle:

«Aquí me quedo», sino: «Allá me voy».

Es facilitar la llegada, acercar las distancias,

apurar el gozo y también el perdón.

Quien abre, ya no teme la espera,

porque en ella se sana su dolor.

Quien abre, ya no teme la ausencia

del que pronto llega, pero todavía no.

Esperarlo, es compartir el deseo del

que a buscarnos, salió, y dar tiempo

a que llegue, como cuando sale el sol.

Así, enriquece Dios a los que velan y

quieren verlo nacer hoy.

No temas dar lugar a su hallazgo

en tu propio corazón.

No temas darle carne en tu vida

a su amor consolador.

Pues a todo aquel que confía,

su amor lo hace fecundo,

como al grano que murió.

Si te pones en camino, en tu soledad,

sabrás que Alguien a ti se te arrimó.

Si no temes, te encontrarás con su rostro

y también con su don.

¡Abre, pues, la puerta, que te visita Dios!”

Javier Albisu