Evangelio según San Mateo 26,14-25

martes, 27 de marzo de
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Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”.

El respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: ‘El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'”. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.

Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”. El respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”. Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?”. “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


P. Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

 

Estamos compartiendo el miércoles santo, nos encontramos inmersos en esta semana que es la más importante del año para los cristianos. Ya mañana entraremos en el triduo pascual. Por eso la Iglesia nos propone meditar este capítulo 26 del evangelio según san Mateo, los versículos 14 al 25, donde vemos al Señor que anuncia que lo van a traicionar. Meditemos algunos puntos:

 

En primer lugar, cuidate de la soberbia.

 

Hoy podemos pensar un poco en este personaje tan particular que es Judas, ¿no? Dice la palabra que él buscaba la ocasión favorable para entregar al Señor. Judas había preguntado cuánto le iban a dar si lo entregaba. Yo creo que en este día podemos pensar también qué tenemos de parecido con Judas, y no porque seamos malos, eh, sino porque muchas veces vos y yo lo traicionamos al Señor. Cuántas veces lo entregamos, lo defraudamos, le damos la espalda a Jesús. Judas estaba tal vez interesado por el dinero, era materialista. No sé si vos quizás vayas detrás de esto, pero tal vez pueda llegar a aparecer algo de este mundo que nos te quiera robar la presencia de Jesús: competir, tener mucho, un vicio, algo que sabemos que a Dios no le gusta, pero que, como a mí me gusta, muchas veces persevero en esto. Por eso, en esta actitud de Judas hay mucho de soberbia, el seguir detrás de las cosas que están mal, incluso sabiendo. Qué tiempo lindo este de semana santa para hacernos un propósito con la ayuda del Señor y podamos renunciar a todo signo de soberbia en nuestra vida. No lo entregues al Señor, más bien, entregate vos a su voluntad.

 

En segundo lugar, pedí la sanación.

 

Podemos contemplar en el pasaje que compartimos hoy, cómo al Señor le duele la traición de Judas. Para Jesús tampoco fue fácil, porque a los doce los llamaba amigos. Seguramente, si a vos te ha pasado algo parecido, si te han defraudado o traicionado, quizás entiendas un poquito de lo que el Señor vivió. Sin embargo, el evangelio siempre nos invita a ir más allá. Cuántas veces, por una persona que te traicionó en tu vida, pagan los platos rotos los demás. Cuántas veces dejamos de confiar, nos encerramos y vamos levantando muros alrededor nuestro. Es entendible que te pase esto, porque volver a confiar duele. Sin embargo, hoy me animo a decirte que quizás el Señor quiera sanar en tu corazón esas relaciones que tanto daño te hicieron, tal vez Jesús con su misericordia quiera trabajar en tu capacidad de amar y de confiar en los demás. A veces lo que cuesta no es perdonar, sino más bien querer perdonar. Preguntate en este día cuántas personas valiosas te perdiste de acompañar porque se equivocaron y no los pudiste o no los quisiste perdonar.

 

Pedile al Señor la capacidad de ir sanando las heridas de tu corazón y acordate que Él no pone vendas, Jesús directamente te regala un corazón nuevo.

En tercer lugar, pedí la fidelidad.

 

San Pablo dice en una de sus cartas: “El que se sienta seguro, que se cuide de no caer” (1 Cor 10, 12). Imaginate lo que habrá pasado por el corazón de los discípulos frente al anuncio de traición de Jesús. Lo que nos muestra el evangelio nos enseña que ni ellos, que habían estado al lado del maestro, que lo habían escuchado predicar y visto hacer milagros estaban libres de la traición. Ellos se preguntan “¿Seré yo, maestro?”. Y podemos descubrir con esta pregunta que la posibilidad de la traición siempre está, en vos y en mí. Por eso hay que cuidarse, por eso hay que pedir un corazón de discípulo, pero sobre todas las cosas, no hay que creérsela. No pienses que porque estás en la parroquia, en un apostolado, en un movimiento o en un grupo, ya tenés la fidelidad comprada. Esto es un sí de todos los días, cada mañana hay que ir renovando nuestro propósito de seguir al Señor. Y si te caes, bendito sea Dios, pedile que te levante, que te limpie, que te perdone, y a seguir caminando. Acordate que solamente aquel que se dio un buen tropezón puede entender de corazón a aquel que todavía está caído. Pedile al Señor en esta semana santa que te regale entrañas de misericordia.

 

Que tengas un buen día, y que la bendición del Buen Dios, que es Padre, el Hijo y Espíritu Santo, te acompañen siempre. Amén.

 

 

 

Oleada Joven